Vaticano

Francisco reivindica el Pacto Educativo Global: “Eclesial y civil son dos caras de una misma moneda”

El Papa se reúne con la Asociación Nacional de San Paolo Italia, que cumple 60 años de entrega a la educación integral





Dentro del maratón de audiencias mantenidas hoy por el Papa en el que parece su retorno sin descanso a la vida pública después de la gripe que ha arrastrado durante dos semanas, Francisco ha recibido en el Palacio Apostólico a los miembros de la Asociación Nacional de San Paolo Italia, que cumplen 60 años de su fundación.



Es un aniversario que os ayuda a encontrar en vuestras raíces la savia para seguir comprometiéndoos, con pasión, en la formación humana y cristiana de los jóvenes, a través de las actividades de los oratorios y de los clubes juveniles de las parroquias”, animó el Papa a esta entidad que estuvo especialmente respaldada en sus inicios por Giovanni Battista Montini, que después sería Pablo VI, además del impulso imprescindible del obispo Battista Belloli.

Valentía y creatividad

“Belloli tuvo la feliz intuición de dar vida a una asociación que calificara la pastoral oratoriana a la luz del magisterio conciliar, valorizando la contribución de los laicos y dando forma y alma a la educación integral”, destacó el Papa. Desde esta mirada profética, Jorge Mario Bergoglio instó a los miembros de la entidad a seguir adelante “con valentía y creatividad” en su apuesta por la educación, la familia y la fraternidad.

“Debemos preocuparnos por la persona en su totalidad, en todas sus dimensiones: emocional, psicológica, espiritual, intelectual, física”, subrayó el Sucesor de Pedro, que hizo un llamamiento a trabajar mano a mano con los poderes públicos. “Eclesial y civil son dos caras de una misma moneda, no puede haber antítesis, porque ambos contribuyen al bien del individuo y de la comunidad”, destacó en una defensa del Pacto Educativo Global y su apuesta por las alianzas y redes de colaboración.

Ser puente

“Vuestras son realidades ‘puente’ con las familias, con el territorio, con la comunidad eclesial y con la sociedad”, añadió, refiriéndose a sus campamentos y otras tantas actividades convertidos en “espacios de generosidad y alegría”.

A la vez, Francisco reivindicó “el ruido de los niños”, que definió como “el sonido de sus sueños, de su entusiasmo, de sus ganas de ser protagonistas y de cambiar el mundo, de su capacidad de transformar en música las notas discordantes de esta época”. “Este ruido es bueno para nosotros, nos despierta del letargo de las falsas certezas y de los hábitos cómodos”, remató.

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