El Papa volvió esta mañana al ventanal del Palacio Apostólico para rezar el ángelus. Después de dos semanas de ausencia por una gripe que se declinó en una bronquitis con inflamación pulmonar, Francisco dirigió hoy de nuevo por completo el rezo del ángelus sin tener que ceder la palabra a ningún colaborador. Con esta aparición se daría por finiquitada la última crisis de salud del pontífice. Ya ayer mantuvo hasta siete audiencias con sus correspondientes discursos y saludos y esta tarde acudirá a Santa María La Mayor y después la Plaza de España de Roma para rezar ante la imagen de la Inmaculada Concepción, con motivo de esta fiesta mariana. De hecho, el propio pontífice anunció esta visita que tendrá como objetivo orar por la paz en Ucrania, Israel y Palestina “y por todas las personas que sufren la guerra”.
Además, el Sucesor de Pedro llegó con un anuncio bajo el brazo: el 25 y 26 de mayo Roma acogerá la Primera Jornada Mundial de los Niños, iniciativa promovida por el Dicasterio para la Educación y la Cultura “para pensar qué mundo le vamos a dejar a los niños y, como Jesús, ocuparnos de ellos”.
Con total normalidad, eso sí, con abrigo, Francisco reflexionó a los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro sobre dos actitudes de la Virgen María: “El asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas sencillas”.
“Es importante dar testimonio de este asombro ante los demás, hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no sólo de los problemas cotidianos, ser más positivos”, destacó el Papa. Francisco preguntó a los fieles de forma espontánea: “¿Comparto las maravillas que vivo o solo hablo de las cosas feas o de las cosas tristes?”
Al hablar de la fidelidad de María, defendió que para “acoger los grandes dones de Dios es fundamental saber valorar los más cotidianos y menos llamativos”. Con esta premisa, Jorge Mario Bergoglio, volvió a lanzar una batería de preguntas a quienes les escuchaban en la plaza: “¿Creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro tiempo para leer el Evangelio, orar, participar de la Eucaristía y recibir el perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de libre servicio?”. “Son esas pequeñas opciones las que son decisivas para acoger la presencia del Señor”, sentenció.