El purpurado venezolano abandera el ‘II Seminario Internacional: Generación Guadalupe 2031’, una iniciativa virtual organizada por la Academia de Líderes Católicos
“Sin María, el Evangelio se ideologiza. Hoy que vivimos amenazados por distintas ideologías, necesitamos más de la encarnación del Verbo en María”. Con esta contundencia el cardenal Diego Padrón, arzobispo emérito de la venezolana Cumaná se dirigió esta tarde a los participantes del ‘II Seminario Internacional: Generación Guadalupe 2031’, una iniciativa organizada por la Academia de Líderes Católicos, en colaboración con más de doce instituciones religiosas del mundo y con el respaldo de ‘Vida Nueva. Este encuentro, en el que participaron obispos, sacerdotes, religiosos y laicos del continente latinoamericano se enmarca en la celebración del novenario de Guadalupe convocado por el papa Francisco para preparar la celebración de los 500 años de las apariciones de Nuestra Señora a san Juan Diego en 2031.
Para Padrón, “a través de María nos llega un mensaje evangelizador y misionero: Dios tiene en cuenta siempre por delante a los pobres y abandonados”. “La Virgen nos invita en cada una de sus apariciones a mantener la unidad entre los cristianos, a mantener la unidad de la fe y eso es lo que hace que su mensaje sea universal”, añadió el purpurado venezolano.
Esta ‘cumbre’ virtual guadalupana también contó con la participación de Daniela Cannavina, secretaria general de la CLAR, Confederación Latinoamericana de Religiosos. “Es María la madre que acompaña la vida de cada uno de nuestros pueblos, madre protectora de los pobres que transforma nuestra tierra en un continente de esperanza”, planteó la religiosa capuchina de Madre Rubatto. “En este tiempo necesitamos mucho de esta esperanza que llegue a los migrante, a los sintecho, a los sintierra, a los que carecen de condiciones mínimas para vivir con dignidad, a las mujeres violentadas, a los niños y ancianos”, reivindicó la consagrada, que hizo un llamamiento para profundizar con la Virgen de Guadalupe en el camino sinodal abierto por el pontífice argentino.
El acto fue clausurado por Rodrigo Guerra, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, que subrayó cómo “la presencia de la Guadalupana viene a ser un bálsamo y a equilibrar las pasiones en medio de las dificultades que atraviesa el mundo y la Iglesia, para responder a la vez con valentía y en comunión, para vivir con pasión el desafío de la evangelización”. “Hoy necesitamos anunciar un nuevo apostolado de la comunión en torno a Francisco, para configurar la generación Francisco”, insistió, refiriéndose al ya popular “todos, todos, todos”.
“María no solo se apareció a Juan Diego, sino que nos sigue acompañando, no estamos solo”, prosiguió Guerra, que fue más allá: “Si la Virgen de Guadalupe fue capaz de reconciliar a todos los pueblos hace varios siglos, hoy también nos invita y nos ayuda a hacer realidad la fraternidad universal que nos pide el Papa Francisco”.
El encuentro estuvo moderado por Karina Ordóñez y contó con una sesión formativa a cargo de la doctora Maria Luisa Aspe; ex presidenta del Consejo Directivo del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana; el presbítero David Jasso, vicecanciller de la Arquidiócesis de Monterrey y el padre Leandro H. Chitarroni, fundador del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos. Junto a ellos, también tomó la palabra Darci José Nicioli, arzobispo brasileño de Diamantina, y Deyanira Flores, marióloga costarricense que se acercó a la Madre de Jesús como piedra angular de la piedad popular del continente.