Sostiene que mientras las autoridades presumen haber logrado disminuir los índices de criminalidad en el país, la población tiene otros datos
El pasado 8 de diciembre, un grupo criminal, supuestamente perteneciente a La Familia Michoacana, citó a los campesinos del municipio de Texcaltitlán, al sur del Estado de México, y de comunidades aledañas, para exigirles una elevada cantidad de dinero por sus siembras de haba, chícharo, avena, maíz y frijol.
A pesar de que los pobladores les decían que no podían pagar esa nueva cuota, pues sus cosechas no les generaban suficiente recurso para ello, los criminales siguieron presionando hasta que provocaron el cansancio de los campesinos.
Fue así que, armados con machetes, azadones, palos y una escopeta vieja, arremetieron contra los delincuentes hasta acabar con todo el grupo. Al líder de la banda, apodado el ‘Payaso’, lo mató una mujer con un cuchillo.
El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, quien radica cerca de este municipio mexiquense, dedicó esta semana su artículo para hablar de esta situación.
El cardenal mexicano explica que, después de lo ocurrido, la gran mayoría del pueblo ha huido a otros lugares, pues temen represalias del grupo criminal, que de inmediato desaparecieron a algunos miembros de dichas comunidades. “Se perdió la paz”.
Escribió el cardenal: “El pueblo se sintió abandonado por las autoridades. Cansado de tanta extorsión, se sintió en la necesidad de tomar justicia por sus propias manos. No aprobamos esta reacción, pero a eso orillan las autoridades federales, al dejar indefensos a los pobres campesinos”.
Aseguró que mientras que las autoridades presumen que han logrado disminuir los índices de criminalidad en el país, la población tiene otros datos, que el gobierno se resiste a tomar en cuenta.
“Mandan de cuando en cuando a policías y ejército a nuestros pueblos, pero, como yo le decía a alguien de la guardia nacional, mientras el ejército está presente, todo es tranquilidad; pero apenas se retira, aquellos reaparecen y siguen haciendo sus arbitrariedades”.
Tras señalar que las autoridades piden que la gente denuncie casos concretos, para que ellos puedan proceder legalmente, explicó que nadie se atreve a denunciar las extorsiones, porque se exponen a perder la vida.
Por ello -consideró- “el gobierno debería implementar, además de lo que hace en estos casos, un sistema de inteligencia investigadora, con modernos medios tecnológicos, para tener pruebas in fraganti de este crimen de la extorsión, porque esos grupos armados tienen sus halcones que les avisan cuando viene en camino el ejército, y les da tiempo de esconderse; por ello, cuando pasan los soldados, a nadie encuentran”.
El cardenal urgió a cambiar la estrategia: “aunque el gobierno federal ha decidido seguir con su mismo sistema, que se ha demostrado insuficiente y fallido. Mientras, la población general, también los pobres, siguen expuestos a los abusos de los grupos criminales. ¡Y pensar que muchas personas quieren que la próxima, o el próximo presidente del país, sigan en la misma línea! ¡Sólo por los apoyos sociales que les dan!”.