El Papa ha enviado un mensaje a los participantes en el II ‘Foro Mundial sobre los Refugiados’
El Papa ha enviado un mensaje a los participantes en el II ‘Foro Mundial sobre los Refugiados’, que se desarrolla en Ginebra del 13 al 15 de diciembre, y que fue leído por el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin. “Antes de discutir los desafíos de los refugiados, nunca debemos olvidar que todos deben ser libres de elegir si migrar o no. Todos deberían tener la oportunidad de vivir una vida digna en su propio país”, ha señalado.
“Proteger y salvar vidas humanas debe seguir siendo nuestra máxima prioridad”, apunta en el mensaje, en el que reconoce que “estamos abrumados por una abundancia de noticias y estadísticas, y a menudo olvidamos que detrás de estas cifras hay rostros humanos, cada uno con su propia historia y sufrimiento. Cada número representa a uno de nuestros hermanos y hermanas que necesitan ayuda”.
Por lo tanto, el Papa subraya que “debe respetarse estrictamente el principio de repatriación segura y voluntaria de quienes se ven obligados a huir”, porque “nadie debería ser repatriado a un país donde podría sufrir graves violaciones de derechos humanos o incluso la muerte”. Por el contrario, “todos estamos llamados a crear comunidades dispuestas y abiertas a acoger, promover, acompañar e integrar a quienes llaman a nuestras puertas”.
“Con este fin, debemos reconocer que ser refugiado no debe ser simplemente la concesión de un estatus, sino el reconocimiento de una dignidad humana plena otorgada por Dios”, asevera. “Como miembros de la misma familia humana, cada individuo merece un lugar al que llamar hogar. Eso significa tener comida, acceso a la salud y a la educación y a un trabajo digno. Sin embargo, también significa tener un lugar donde te comprendan, te incluyan, te amen y te cuiden, donde puedas participar y contribuir”.
Así, Francisco reivindica que “los refugiados son personas con derechos y deberes, no sólo objetos de asistencia. Puede que no siempre puedan elegir cuándo mudarse, pero cuando las circunstancias lo dictan, no se les debe negar un nuevo comienzo, donde sus talentos y habilidades se conviertan en un recurso para las comunidades de acogida. Sólo incluyendo a los refugiados como parte de la solución podrán florecer como seres humanos y sembrar sus semillas en el lugar donde viven”.