Entrevistas

Linda Pocher: “Las mujeres de la Iglesia no son un grupo político”





El Consejo de cardenales se reunió este mes de diciembre para reflexionar sobre el papel de la mujer, una de las cuestiones que el Sínodo tiene sobre su mesa. Para ello ha invitado a dos teólogas y a un sacerdote de Milán. Una de ellas ha sido la salesiana Linda Pocher, profesora de Cristología y Mariología en la Pontificia Facultad de Educación Auxilium, el centro superior que las Hijas de María Auxiliadora tienen en Roma.



Con el Consejo debatieron sobre “el aspecto femenino de la Iglesia” y cómo poner en marcha “procesos de reflexión y toma de decisiones que puedan beneficiarse de la insustituible contribución de las mujeres”; algo que Pocher conoce bien ya que cuenta con varias publicaciones sobre el “principio mariano” de la Iglesia

PREGUNTA.- ¿Cómo surgió la invitación a participar en la reflexión del Consejo de cardenales?

RESPUESTA.- La primera vez, en 2022, fue sin duda un shock inesperado. Sin embargo, estaba bastante familiarizada con el tema que se me pedía, así que acepté el reto. Ciertamente, el Papa podría haber elegido a personas mejor preparadas y con más experiencia vital que yo. Sin embargo, creo que quiso apostar por una teóloga joven. El hecho de que me llamaran por segunda vez significa que la primera no lo hice tan mal.

P.- ¿Qué propuestas ha hecho a los purpurados?

R.- He intentado –la primera vez por mi cuenta y la segunda con la ayuda de otros dos colegas: Luca Castiglioni y Lucia Vantini)– mostrar, sobre todo, los límites del pensamiento de Hans Urs von Balthasar, en el que se apoyaba el magisterio de la Iglesia en el momento en que las mujeres empezaban a pedir más espacio y reconocimiento en la comunidad eclesial, y luego intentar proponer pistas que nos permitan seguir creciendo, a partir de Balthasar y más allá de Balthasar.

P.- ¿Qué ecos encontró entre los cardenales?

R.- El Consejo de cardenales representa verdaderamente la riqueza y la diferencia que caracterizan a la Iglesia; tanto por su origen geográfico y cultural, como por su sensibilidad y su modo de pensar. Esta diferencia, unida a una gran voluntad de escucha y de confrontación en el respeto mutuo, hizo del diálogo con ellos una ocasión preciosa para conocer mejor la Iglesia, más allá de los confines de mi experiencia personal.

Activas y presentes

P.- La Oficina de Prensa informó de que el tema tratado fue el “papel de la mujer en la Iglesia”. ¿Cómo puede crecer la sensibilidad hacia este tema?

R.- Se trata de una cuestión compleja, que hay que abordar sin caer en simplificaciones. Las mujeres, en efecto, no son una “clase social” ni un “grupo político”, no todas piensan de la misma manera y no todas tienen la misma experiencia, ni los mismos deseos. Lo cierto es que las mujeres siempre han estado activas y presentes en la Iglesia. Sin embargo, en casi todos los contextos se siguen encontrando formas más o menos agresivas de machismo o clericalismo.

Creo que el proceso sinodal puede ayudar mucho, ya que prevé que todos los miembros de la Iglesia puedan tomar la palabra y expresar sus experiencias, tanto positivas como negativas, para buscar soluciones juntos. Lo primero, pues, es dejar hablar y escuchar, mutuamente. Lo segundo, tal vez aún más importante, es la educación, es decir, es importante educar a los jóvenes en la reciprocidad, el respeto, la escucha y la cooperación sin prejuicios ni rigidez.

P.- Usted tiene varias publicaciones sobre el “principio mariano” en la Iglesia: ¿en qué consiste este principio?

R.- El “principio mariano” pertenece al pensamiento de Hans Urs von Balthasar, un teólogo del siglo XX en quien se inspiró sobre todo Juan Pablo II para su carta apostólica sobre la mujer ‘Mulieris dignitatem’.

P.- ¿Qué tipo de Iglesia nos ofrece la reflexión sobre el “principio mariano”?

R.- El mérito de reflexionar sobre el “principio mariano” es ayudar a la jerarquía eclesiástica a recordar que la Iglesia no es solo una institución (“principio petrino”), sino también mística, espiritualidad, amor. María –decía Balthasar– precede a Pedro y es más importante que él en la economía de la salvación. La limitación de este pensamiento reside en la fácil identificación entre las mujeres y el “principio mariano”, y los hombres y el “principio petrino”. Esta identificación no es buena para la Iglesia, porque vuelve rígidos los papeles y dificulta el intercambio mutuo de dones. En realidad, tanto el “principio mariano” como el “principio petrino” pertenecen al hombre y a la mujer, y se realizan de manera diferente en cada persona, dependiendo también de su sensibilidad y características.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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