Culturas

Pedro Roldán: el Barroco da la talla





Una exposición única, irrepetible, extraordinaria: el Museo de Bellas Artes de Sevilla reúne treinta y seis tallas de Pedro Roldán (Sevilla, 1624-1699). “Celebramos el IV centenario del nacimiento de la figura más relevante del panorama escultórico sevillano de la segunda mitad del siglo XVII y una de las figuras estelares de la escultura barroca española”, proclama José Roda Peña, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla el comisario de la muestra.



Si la primera mitad del siglo XVI está marcada en Sevilla por la figura irrebatible de Juan Martínez Montañés, “el dios de la madera”; la segunda parte de este “Siglo de Oro” –también para la escultura– está dominada por la presencia de Pedro Roldán. “Resulta incuestionable la impronta que dejó entre sus contemporáneos y hasta bien avanzado el siglo XVIII con su peculiar técnica de talla abocetada y su gusto por las composiciones abiertas”, argumenta Roda Peña.

La muestra –titulada simplemente ‘Pedro Roldán, escultor (1624-1690)’– exhibe tallas que son obras veneradas, y que hasta el 10 de marzo ocupan la sala 5 del Museo de Bellas Artes de Sevilla, antiguo convento de la Merced Calzada, y donde Roda Peña, junto al pintor y catedrático de Dibujo Juan Suárez Ávila, ha evocado un taller del siglo XVII. Así, todas las obras dialogan entre sí, se muestran a ras de suelo de manera inédita y permiten reflexionar sobre la pervivencia y esplendor del Barroco sevillano.

Reconocimiento pendiente

“Fue el escultor de su generación que gozó de mayor prestigio y proyección externa, como lo prueba que sus creaciones escultóricas, mayoritariamente de temática religiosa y realizadas en madera policromada, piedra y yeso, fueran requeridas y enviadas, ya en su tiempo, a numerosas ciudades andaluzas y a localidades de la Baja Extremadura, País Vasco y archipiélago canario”, explica el comisario.

Todas las tallas proceden del patrimonio de la Iglesia, excepto dos que han llegado del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Pertenecen a la archidiócesis de Sevilla, pero también de las diócesis de Córdoba, de Cádiz y Ceuta, de Asidonia-Jerez y de Málaga. Es la primera que vez que un buen número de ellas se muestran fuera del culto y, por supuesto, nunca habían sido exhibidas juntas. Es, según Roda Peña, el “reconocimiento pendiente” que Sevilla le debía a Pedro Roldán: reunir y celebrar sus principales obras.

De la propia catedral de Sevilla se exhibe San José con el Niño (1664), pero también la Sagrada entrada de Jesús en Jerusalén (1666-1674), uno de los relieves del retablo del convento de San Francisco, hoy instalado en la parroquia del Sagrario del templo catedralicio. Prácticamente contemporáneo es el Santo Cristo de la Caridad (1673-1674), una de las joyas del Hospital de la Santa Caridad, del que se expone también la pareja de Ángeles con atributos de la Pasión (1673-1674). Todas ellas son “algunos de los “hitos más importantes de su carrera artística, que le reportaron gran fama para la posteridad”.

De la capital hispalense son también, entre otras, Santa Ana, maestra (1670-1671), trasladada desde la parroquia de Santa Cruz, o el Ecce Homo (1679-1681) y el Resucitado (1679-1681), muestra del retablo mayor del convento de Santa María de Jesús, una de sus obras de mayor envergadura, realizada junto al ensamblador Cristóbal de Guadix. El propio Arzobispado de Sevilla ha prestado las tallas de San Pedro y San Fernando (1698-1699), dos de sus últimas obras, realizadas ambas para la iglesia del Hospital de los Venerables Sacerdotes, hoy sede del Parlamento Andaluz.

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