El papa Francisco se ha reunido esta mañana con los empleados del Vaticano y sus familias para desearles una feliz Navidad. El Pontífice, mirando al belén, les ha agradecido su trabajo y les ha pedido dar “testimonio cristiano” en las relaciones con los compañeros.
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“Contemplando juntos el Misterio del nacimiento de Jesús, es hermoso poder captar el estilo de Dios, que no es grandioso, no es ruidoso, sino, al contrario, es el estilo del ocultamiento y de la pequeñez. Dos palabras importantes: ocultamiento y pequeñez. Nos transmiten el rasgo dulce de Dios, que no viene a nosotros para aterrorizarnos con su grandeza ni para imponerse con su magnificencia, sino que se hace presente de la manera más común posible, haciéndose uno de nosotros”, ha comenzado diciendo Jorge Mario Bergoglio.
Y ha continuado: “Dios se esconde en la pequeñez de un niño que nace, en un matrimonio que no está en el centro de atención, en la pobreza de un establo porque no había lugar para ellos en el alojamiento. Estos son los rasgos distintivos del Hijo de Dios, que luego se presenta al mundo como una pequeña semilla que muere escondida en la tierra para dar fruto. Él es el Dios de los pequeños, el Dios de los últimos y, con Él, todos aprendemos el camino a seguir para entrar en el Reino de Dios: no una religiosidad aparente y artificial, sino hacerse pequeños como niños”.
“Ustedes conocen bien estas dos palabras -ha proseguido-. Vuestro trabajo aquí en el Vaticano se desarrolla mayoritariamente en el silencio cotidiano, realizando a menudo cosas que pueden parecer insignificantes y que, en cambio, contribuyen a ofrecer un servicio a la Iglesia y a la sociedad. Os lo agradezco y espero que podáis continuar vuestro trabajo con espíritu de gratitud, con serenidad y humildad, y dando testimonio cristiano allí mismo, en las relaciones con vuestros compañeros”.
Testimonio cristiano
Para Francisco, en el Vaticano “hay una necesidad de este testimonio cristiano”. “Miren el escondite y la pequeñez de Jesús en la cueva; mira la sencillez del belén que hiciste en casa; y ten por seguro que el bien, incluso cuando está oculto e invisible, crece sin hacer ruido. El bien crece sin hacer ruido, se multiplica inesperadamente y esparce el aroma de la alegría. No olvidéis esto: el bien crece sin hacer ruido y da esa paz, esa alegría al corazón, que es tan hermosa”, ha subrayado.
Pero también fuera de los muros vaticanos hay necesidad de testimonio cristiano, pues “hoy vivimos en una época que a veces parece obsesionada con la apariencia, todo el mundo intenta lucirse. Es la época del ‘maquillaje’: todo el mundo se maquilla, no solo la cara, sino que se maquillan el alma y tratan de exhibirse, especialmente a través de las redes sociales”.
“Es un poco como querer copas de cristal preciosas sin preocuparse de si el vino es bueno -ha añadido-. El buen vino se bebe en una copa común. Pero en la familia las apariencias y las máscaras no cuentan -en la familia todo se sabe- o en todo caso no duran mucho; lo que importa es que no falte el buen vino del amor, de la ternura y de la compasión mutua. Y este es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. Y el amor –lo sabemos bien– no hace ruido. Lo vivimos en lo oculto y en la pequeñez de los gestos cotidianos, en la atención que sabemos intercambiar”.
Por eso, “esto es lo que os deseo: que estéis atentos, en vuestras casas y en vuestras familias, a las pequeñas cosas de cada día, a los pequeños gestos de gratitud, a la consideración del cuidado”, ha subrayado.