España

La Iglesia española, “decepcionada” con el Pacto de Migración y Asilo de la Unión Europea

“No se han abordado con rigor las alternativas que, tanto la Iglesia como otros actores, vienen promoviendo”, lamenta la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana





Protección de las fronteras por encima de la solidaridad. Esta es la clave del Pacto de Migración y Asilo que sacaba adelante ayer el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea. Un acuerdo político que ha “decepcionado” a la Iglesia española, según un comunicado hecho público hoy por la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española.



En síntesis, los 27 apuestan por un mayor control de las fronteras y permiten que los Estados miembros puedan rechazar acoger a personas migrantes con una compensación económica de 20.000 euros por cada ser humano al que se le cierren las puertas.

Para la Subcomisión, “orientada siempre por la Enseñanza Social de la Iglesia”, el acuerdo supone “una oportunidad perdida para mejorar políticas y leyes vigentes respecto a la acogida y protección de migrantes y refugiados en Europa”.

Asimismo, denuncian que “no encontramos en el texto un Pacto con una visión integral centrada en la persona y el bien común, sino un pacto para el control y la externalización de las fronteras”.

Detener niños de 6 años

De hecho, señalan como “preocupantes los medios y prácticas que este Pacto quiere legitimar, tales como: permitir la detención de niños a partir de los 6 años, acelerar los procedimientos de asilo en detrimento del análisis profundo de cada solicitud, permitir una solidaridad a la carta entre países, reforzar los sistemas de identificación con datos biométricos, la confusión en el uso de conceptos jurídicos indeterminados como ‘crisis o ‘instrumentalización’ que pueden suponer una utilización interesada de los mismos, destinar dinero a gobiernos de terceros países sin garantías de que en ellos se respeten los derechos humanos”.

La Subcomisión considera que “no se han abordado con rigor a nivel de la UE las alternativas que, tanto la Iglesia como otros actores sociales, vienen promoviendo y pueden resultar más eficaces que las prácticas vigentes”.

“En lugar de excusarse en el ‘efecto llamada’, contribuir a evitar las guerras y hambrunas promoviendo el desarrollo de las poblaciones locales y así poner el foco sobre los ‘efectos salida’. En lugar de agitar el miedo al migrante con fines electoralistas, desmontarlo con la verdad y apelando a valores humanos o religiosos. En lugar de justificarse en la lucha contra las mafias, invertir en lo que más puede restarles poder, el establecimiento de vías legales y seguras para una migración ordenada, habilitando corredores humanitarios cuando sea necesario y coordinando políticas entre las diferentes administraciones y países”, subrayan.

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