El obispo inicia su ministerio al frente de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara con una misa en la catedral tras llegar a lomos de un caballo blanco al templo seguntino
El hasta hace nada obispo de las diócesis de Huesca y de Jaca, Julián Ruiz Martorrell ya es plenamente obispo de Sigüenza-Guadalajara la eucaristía de inicio del ministerio celebrada esta mañana en la catedral Sigüenza. A esta celebración le seguirá el próximo 26 de diciembre por la tarde una eucaristía solemne en la concatedral de Guadalajara. El prelado llegó a la catedral en un caballo blanco por algunas calles alfombradas como marca la tradición antes de ser recibido por el nuncio apostólico, Bernardito C. Auza, y por el cabildo. Ruiz Martorell, que el 19 de enero cumplirá 67 años, se ha convertido ya en el obispo número 97 de los obispos históricamente documentados.
“También nosotros necesitamos descalzar nuestros pies porque estamos a punto de pisar tierra sagrada, la tierra que el Señor santifica al plantar su tienda entre nosotros”, señaló en su homilía en sintonía con los últimos compases del Adviento; pidiendo que “desaparezca de nosotros toda sombra, cualquier resquicio de oscuridad. Es preciso eliminar la escoria superficial que se adhiere a nuestro ser como una segunda piel para que nuestra ofrenda, la ofrenda de nuestra vida, sea agradable al Señor”.
Para Ruiz Martorell, Dios “a través de la familia se renueva el mundo. El Señor ilumina con su presencia todas nuestras relaciones. En Navidad, el Señor mismo se hace luz en medio de nosotros, para que podamos contemplar en el rostro de cualquier persona el perfil de un hermano. Nuestros ojos aprenden a ver con mirada limpia a todas las personas, especialmente a las más necesitadas”. Por ello pidió aprender en Navidad de “un misterio que nos enseña el valor de la humildad, de la sencillez, de la pobreza, de la austeridad, de la genuina alegría, del gozo de compartir, de la felicidad que encontramos cuando nos sentimos inmensamente amados por Dios y testigos de su amor en el mundo”.
Comentando el evangelio, destacó que “en Navidad, hemos de mirar hacia el Señor que tiende hacia nosotros su mano providente. Hemos de celebrar esta iniciativa desconcertante. Hemos de agradecer este signo asombroso. Hemos de vivir esta experiencia transformadora. Hemos de dar testimonio de esta oportunidad histórica. No podemos descuidar el encuentro trascendental” para que como Zacarías “empecemos a hablar bendiciendo a Dios siendo nosotros mismos bendición de Dios para los demás. Que el Señor pueda decir bien, bendecir, a través de nuestra vida”.
Ante su nueva misión pidió que “el Espíritu Santo nos oriente para continuar trazando el itinerario del Sínodo diocesano” y rezó por el obispo emérito Atilano Rodríguez y agradeció la oración de los fieles. “Que la Virgen María interceda por nosotros para que el Señor nos conceda “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en él”, concluyó.