La Red Iglesias y Minería hizo un balance de 2023 con un veredicto nada alentador. Fue un año “extremadamente violento para quienes defienden y se organizan para resistirse al modelo extractivista”.
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Incluso aseguraron que la actividad minera es una de “las causas más grandes de los conflictos ecosociales en América Latina”, que termina en persecuciones, amenazas y muertes.
Han advertido que miles de concesiones esperan por ser entregadas, “la gran mayoría haciendo maniobras para pasar por encima de los derechos de los pueblos y comunidades que exigen condiciones más dignas de vida, que exigen justicia climática”.
Denuncian que los Estados son cómplices de este flagelo al punto que “promueven y se confabulan con empresas mineras y actividades ilegales para despojar a las familias y son quienes se cruzan de brazos al momento de exigir derechos”.
A esto se suma el cambio climático, cuyos efectos se sienten en toda la región desde el Mississippi hasta el Amazonas, por ende, “está comprobado que el cambio climático tiene sus raíces ecológicas y biológicas en la degradación de la Tierra, por la mano humana, el extractivismo, junto con la deforestación”.
Amenazas sobre los territorios
Los integrantes de la Red también han lamentado la hipocresía de Europa, que durante este año ha debatido una ley sobre “nuevos minerales”, que no es otra cosa que un cambio de fachada para cambiar de nombre y continuar con las mismas prácticas violentas.
Mientras en los países desarrollados buscan cubrir su demanda de transición ecológica en la práctica seguirán violando derechos humanos y destrucción de los territorios. Están sedientos de litio, abundante en esta región que sería arrasada.
En estos debates la Iglesia planta cara frente a la masacre de poblaciones a manos de empresas extractivistas como Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (Comece) y Coopération Internationale verter le Développement et la Solidarité (CIDSE).
De hecho, se presentan escenarios aún más complejos como la incursión de empresas chinas, que operan “en vastos territorios de nuestra región, no tienen ni siquiera condiciones mínimas de protección de las personas, del agua, de la tierra”.
Aportes de la Iglesia
La Red Iglesias y Minería en el marco de sus 10 años hizo una seria reflexión sobre las consecuencias del extractivismo y sus daños colaterales causados en un muy corto tiempo.
Sin embargo, en este escenario la Iglesia cobra más sentido y “el movimiento de resistencia de Jesús, es justamente donde parece ya no haber camino, cuando parece que ya no hay opción, esa es la opción de Jesús”.
Aún cuando el horizonte en la región parece caótico agradecieron a Francisco el gesto de regalarnos Laudate deum en el que “se insiste con mayor firmeza en señalar las causas políticas, económicas, sociales de la debacle ecológica a la que asistimos y la emergencia de frenar ese modelo que se denuncia”.
“Este año hemos celebrado victorias importantes, Panamá Libre de Minería, donde la Iglesia católica, congregaciones religiosas y conferencia episcopal han tenido un rol muy importante, en Ecuador, se logró con la presencia masiva de la sociedad civil en que Quito, la capital esté libre de minería y también de dejar el petróleo del Yasuní (un territorio megadiverso) bajo tierra”, han dicho.
Asimismo la Red Iglesias y Minería ha promovido el encuentro e intercambio de saberes, entre más de 7 países comunidades de base y organizaciones de fe, agentes pastorales que están en la importante lucha de exigir el respeto a los territorios.
Este año también más de 80 personas de diferentes espacios pastorales y expresiones de Iglesia en el territorio, se juntaron en el Encuentro Continental: tejiendo relaciones de ternura con la Madre Tierra, donde además estuvieron presentes instituciones como el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).
Desinvertir en minería
Para 2024 la meta será seguir promoviendo la desinversión minera “hacer códigos éticos y financieros que se desliguen de estas acciones que matan y violan derechos, que ponen en riesgo toda la vida humana y la vida del planeta”. Iniciativa que llevaron hasta Europa cinco jóvenes latinoamericanos de comunidades afectadas por la minería.
Se trata de una campaña que la propia red, desde 2022, abandera con el consenso de diversas organizaciones eclesiales y sociales para terminar con esta realidad “tan violenta y salvaje”
En consecuencia, es un desafío inmenso y con el “sí valiente de María” y con “la esperanza de Jesús” tienen la certeza de que vendrán tiempo mejores “más libres y más dignos”, porque para eso “caminamos, ¿hasta cuando? ¡Hasta siempre!”.
Foto: Red Iglesias y Minería