El papa Francisco ha querido rematar 2023 reuniéndose con uno de los cardenales que represente la oposición a su pontificado de una manera más beligerante y visible: el cardenal norteamericano Raymond Leo Burke. El encuentro se ha producido esta mañana en el marco de las audiencias cotidianas del pontífice. En concreto, el purpurado estadounidense ha sido el primer encuentro al que han seguido otros diálogos con el obispo italiano Stefano Rega, el franciscano responsable del convento de Asís, Marco Moroni, así como el director de L’Osservatore Romano, Andrea Monda.
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Por el momento, no han trascendido detalles de la cita. Ni la Santa Sede ni el propio cardenal han querido hacer declaración alguna. Sin embargo, si bien son varios los temas que, a buen seguro, han abordado Francisco y Burke en su cita en el Palacio Apostólico.
Más de 400 metros de casa
Quizá el prioritario haya sido el futuro del cardenal. Y es que, tal y como trascendió hace justo un mes, al cardenal se le habría notificado que debía abandonar con fecha 1 de diciembre su apartamento de 400 metros cuadrados en el que reside cerca de la Plaza de San Pedro. En caso de continuar en la residencia, debería abonar el correspondiente alquiler a precio de mercado que podría superar los 10.000 euros mensuales. De la misma manera, dejaría de recibir asignación económica de la Santa Sede, en tanto que ya no tiene cargo específico alguno en el Vaticano, al haberse jubilado.
Así pues, salvo un giro tras el encuentro de esta mañana con el Sucesor de Pedro, Burke se quedaría sin sueldo y sin piso, después de que en junio cumpliera 75 años, edad de jubilación cardenalicia, y entregara su renuncia como patrono de la Orden Soberana de Malta. Antes, entre 2008 y 2014, fue el prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
Abanderado ‘dubia’
A lo largo del pontificado, el purpurado de Wisconsin se ha erigido como uno de los principales ‘haters’ por Francisco, negando la autoridad del Obispo de Roma desde una oposición que ha aumentado su virulencia a lo largo de este año. Prueba de ello es que fue uno de los cinco cardenales que abanderaron la ‘dubia’ que se hizo explotar de forma intencionada en las vísperas de la Asamblea del Sínodo de la Sinodalidad celebrada este mes de octubre. Más allá de las dudas manifiestas por los purpurados sobre cuestiones como sobre la bendición de las parejas homosexuales o la ordenación de mujeres, se buscaba desestabilizar el principal foro reformador del Francisco. De hecho, de la mano del cardenal nigeriano Robert Sarah, participó en una conferencia internacional en Roma para contraprogramar el foro papal bajo el título ‘La Babel sinodal’.
Acostumbrado a cuestionar por decreto cada una de las reformas papales, resulta significativo su silencio a lo largo de estas dos semanas tras publicarse la Declaración ‘Fiducia Supplicans’ sobre las bendiciones a parejas en situación irregular. Quizá la cercanía con la fecha de su audiencia con el Papa le haya llevado a apostar por la cautela, al menos esta vez.