Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre, presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), ha abordado la cuestión sobre la declaración ‘Fiducia supplicans’ en la que se autoriza a sacerdotes del mundo a dar la bendición pastoral a las llamadas parejas o uniones en situación irregular: divorciados y homosexuales.
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Al respecto, el purpurado – en entrevista con Rádio Gaúcha – aseguró que el bendecir es una tradición de vieja data en la Iglesia, “se bendicen objetos, fechas especiales, personas; siempre estuvo presente en la práctica de la comunidad eclesial”.
Cuando se trata de situaciones complejas como personas divorciadas o parejas homosexuales, Spengler se hace esta pregunta que “a mí me orienta”, basándose en la misericordia pastoral a la que ha invitado el Papa: “¿Son personas?”.
“Si son personas, merecen nuestro respeto también. Y cuando se acercan a nosotros pidiendo una bendición, imagino que también buscan una palabra de consuelo, de esperanza y quizás incluso de ganas de afrontar su propia situación. ¡No podemos negarlo!”, ha dicho.
También ha dejado claro que “tampoco podemos estar de acuerdo, por así decirlo, con comportamientos que van en contra de valores fundamentales para nosotros: el respeto por los demás, el respeto por el propio cuerpo, el respeto por la propia individualidad”.
Acoger a todos
Spengler lamentó que en algunos ambientes religiosos sufren “las consecuencias de un moralismo exacerbado” que “no lleva a nada y excluye” y cuando “leemos el Evangelio queda evidenciado todo esfuerzo de Jesús de acoger a todos”.
Aún cuando “la moral es importante, la moral forma parte de la vida social y marca de manera característica una u otra tradición religiosa”.
Inclusive “frente a estas cuestiones controvertidas, diría yo, se nos anima a pensar y buscar soluciones de una manera aún más radical, en el sentido de construcción, de entendimientos, que puedan satisfacer todas las necesidades auténticamente humanas”.
Sobre el bautismo a niños adoptados por parejas homosexuales ha zanjado la cuestión: “Para nosotros los católicos, el bautismo es un derecho del niño, no del padre o de los padres, ni de la madre o las madres. Es un derecho del niño y no podemos negarlo”.
Foto: CNBB