El 26 de diciembre se celebra la fiesta de la Virgen de Andacollo, la más antigua y tradicional de las peregrinaciones devocionales en Chile. Después de estar interrumpida por la pandemia, este año volvió a vivir todo su esplendor con la participación de decenas de agrupaciones de bailes religiosos y una multitud de peregrinos que subieron hasta el pueblo a vivir la celebración.
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El programa se inicia el 15 de diciembre con la novena, continúa el 23 con el traslado de la imagen de la Virgen a la Basílica y la ceremonia de la luz, culmina el 26 con la Misa de celebración de la fiesta presidida por el obispo y termina el 27 con el regreso de la imagen a la sede parroquial. Este año la fiesta tuvo como lema “Virgen de Andacollo, un regalo para Chile”.
Subir a Andacollo
Andacollo es una pequeña localidad interior a 480 kilómetros al norte de Santiago, en el Arzobispado de La Serena, con una población de 12.000 habitantes. Está a 1.019 metros sobre el nivel del mar, en una zona elevada respecto a su entorno, rica en minerales: oro, plata y cobre, principalmente.
El arzobispo de La Serena, René Rebolledo, en la homilía de la Misa de la celebración señaló: “En la preparación para -como suelen decir los peregrinos- ‘subir a Andacollo’, ¿no es verdad que cada uno de nosotros experimenta sentimientos semejantes al salmista? ¿Subirá a Andacollo, preguntan vecinos, familiares y amigos? Es hermoso ver desde lejos, cuando uno se aproxima a Andacollo, este templo que hoy nos acoge y aquel otro de la residencia de la Virgen santa, contiguo al convento”.
Más adelante el arzobispo recordó: ““El Santuario de la Virgen del Rosario de Andacollo, hoy cumple un aniversario significativo, 25 años desde que el Papa San Juan Pablo II tuviera la amabilidad de decretarlo Basílica Menor, enviando para presidir la Misa solemne al señor Cardenal Mons. Jorge Medina Estévez, quien en representación del Santo Padre presidió la Eucaristía solemne de aquel día”.
Acogidos en nuestra dignidad
“Aquí nos sentimos acogidos en nuestra dignidad de verdaderos hijos de Dios, continuó Rebolledo. Es también el lugar de encuentro de los peregrinos con Jesucristo el Señor y su Madre Santísima, la Virgen de la Montaña. Ni siquiera podemos imaginar cuantas bendiciones Dios ha derramado desde este lugar a su pueblo que Él tanto ama. Miles y miles de peregrinos que conforman una muchedumbre enorme han encontrado aquí acogida, consuelo y paz”.
“Como los pastores, que cruzaron a Belén y encontraron al Niño, también nosotros anhelamos encontrarnos con Jesús, el Hijo de Dios. Él viene a nuestro encuentro y nos acoge con los brazos abiertos. ¡Él es nuestro hermano! ¡Él es nuestro salvador! ¡Él es la luz del mundo! ¡Él es la plenitud de nuestras vidas!”, exclamó el arzobispo concluyendo su homilía.
El obispo de San Felipe, Gonzalo Bravo Álvarez, participó por primera vez en la fiesta y se mostró sorprendido por lo hermoso de esta celebración: “Subir fue un encuentro con la luz de la montaña, una experiencia única, dijo el obispo. Quiero expresar mi profundo agradecimiento por la cálida acogida, llena de amor y renovada fe. Destaco la impecable organización de esta celebración, evidenciando sacrificio y dedicación para garantizar un evento logísticamente excelente. Todo esto se ofrece en servicio a un amor y una mirada tierna que se transmiten a través de la veneración a la Virgen de Andacollo. A pesar de tener una formación más intelectual y académica en cuanto a la fe, reconocemos la falta de esa sensibilidad religiosa mariana y afectiva. Esta perspectiva se arraiga profundamente en mi corazón, y la llevaré siempre conmigo”.
En la tarde del día 26 se realizó la procesión de la imagen por algunas de las calles centrales de Andacollo, donde peregrinos con visible emoción, lanzaban flores y agradecían por los favores concedidos.
Experiencia conmovedora
El Cacique General de los bailes religiosos, Jaime Guerrero, expresó que “participar de la Fiesta de Andacollo es cada año una experiencia verdaderamente conmovedora, pues vamos al encuentro de nuestra Madre. La devoción y el fervor que se viven crea el ambiente perfecto para el encuentro con Dios nuestro Padre. Los bailes se convierten en una expresión de religiosidad popular que une a la comunidad en una celebración plena de fe y tradición. Ser partícipes de esta gran fiesta no solo enriquece el alma, sino que también fortalece los lazos de unidad entre nosotros, haciendo que cada año sea memorable.”
La leyenda de la Virgen de Andacollo se remonta a la época de la Conquista de Chile durante la fundación de la ciudad de La Serena. Se dice que en 1549 esta ciudad fue incendiada por una rebelión de los nativos. Luego de la destrucción de la ciudad, los españoles huyen al sur buscando refugio, suben la montaña y se encuentran con un pequeño asentamiento indígena de origen Molle, con influencia incaica, en cuyas quebradas hay mucho oro de lavadero. Deciden ocultar allí la pequeña imagen y siguen su rumbo al sur. Un indio de la zona llamado Collo, encuentra la imagen de la Virgen. Dice la leyenda que el indio habría escuchado una voz que le decía: «Anda, Collo, invita a tu pueblo a conocerme y a conocer el verdadero Dios». El indio tomó la imagen y la llevó a su casa para rendirle culto asociándola a la Pachamama (Madre Tierra) y desde entonces los lugareños comenzaron a ofrecerle sus danzas similares a las de los indígenas de Perú y Bolivia.
Desde entonces la piedad popular ha tenido una lenta y sostenida expansión que se refleja en los edificios de culto cada vez más amplios y de mayor valor arquitectónico que se han sucedido. Hoy, tanto la Basílica como el templo parroquial, han sido declarados monumentos nacionales.