Más de 5.000 jóvenes –entre ellos 1.300 polacos, 710 alemanes, 422 italianos, 420 franceses y 250 ucranianos– han participado del 28 de diciembre al 1 de enero en el Encuentro de Taizé en Liubliana, Eslovenia, en el que han compartido sus sueños y anhelos para Europa, y rezaron por la paz con las guerras en Ucrania y Gaza como telón de fondo.
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Asimismo, ayer, la comunidad ecuménica anunció que el próximo Encuentro será en Tallin, capital de Estonia.
A seis meses de las elecciones europeas, los jóvenes del Viejo Continente han reflexionado, con el lema ‘Caminando juntos’, sobre el futuro de Europa y cómo los valores y raíces siguen o no presentes en la realidad social.
De Von der Leyen a Francisco
Entre los desafíos de Europa, los jóvenes han debatido en torno a la paz, el cuidado de la Casa común o la realidad migratoria. Temas sobre los que difieren en cuanto a su importancia o forma de abordarlos según su procedencia.
Sin embargo, como dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su mensaje enviado a los jóvenes presentes, “la historia de Taizé –y de Europa– nos enseña que la diversidad no tiene por qué conducir necesariamente a la división y que la reconciliación siempre es posible”. “Todo en Taizé habla de unidad en la diversidad”, apunta la política belga.
Al frente de la organización por primera vez, el hermano Matthew, que se estrenaba como superior de Taizé en esta misión después de tomar el relevo del hermano Alois al comienzo del Adviento. “Nos necesitamos unos a otros, no para imponer nuestras opiniones, sino para contribuir a la paz en la familia humana”, instó a los jóvenes en su primera meditación que dirigió en la apertura.
Un año más, el papa Francisco se hizo presente en el Encuentro a través de un mensaje firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, en el que invitaba a los jóvenes a sentirse parte de la Iglesia: “¡En efecto, sois el hoy de Dios, el hoy de la Iglesia! La Iglesia necesita que seáis plenamente en ella misma”.