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Rafael Escudero López-Brea: el obispo español en Perú prohíbe a sus 51 curas bendecir a parejas homosexuales

“Este documento daña la comunión de la Iglesia, pues tales bendiciones contradicen directa y seriamente la Divina Revelación”, afirma el prelado de Moyobamba





“Ante el desconcierto sin precedentes provocado por la Declaración Fiducia supplicans en el clero y muchos fieles de esta Prelatura y de tantos lugares del orbe católico, me he tomado unos días de oración y reflexión para contestar con sosiego y serenidad”. Así comienza el español Rafael Escudero López-Brea, obispo de Moyobamba (Perú), una carta pastoral en la que pide a los 51 sacerdotes de su diócesis que no sigan las recomendaciones del último documento de Doctrina de la Fe. Exhortando “a los sacerdotes y fieles de la Prelatura a seguir cultivando su filial unión al actual Pontífice de la Santa Iglesia de Dios, el papa Francisco”, López-Brea subraya que es “esta comunión” la que le mueve “a suscribir estas letras”.



Y es que, aunque el obispo reconoce que la declaración de Doctrina de la Fe deja claro que “el matrimonio es la unión estable del varón y la mujer bendecida por el Sacramento”, considera que el documento “daña la comunión de la Iglesia, pues tales bendiciones contradicen directa y seriamente la Divina Revelación y la doctrina y práctica ininterrumpida de la Iglesia Católica, incluido el magisterio reciente del papa Francisco, por eso no hay citas en toda la Declaración que se apoyen en el magisterio anterior”. Y es que recuerda que “en su Responsum de 2021, nos decía la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la rúbrica del Santo Padre que ‘La Iglesia no dispone, ni puede disponer, del poder para bendecir uniones de personas del mismo sexo'”.

“Bendecir a las parejas en una situación irregular y a las parejas del mismo sexo es un abuso grave del Santísimo Nombre de Dios, que se invoca sobre una unión objetivamente pecaminosa de fornicación, adulterio, o aún peor de actividad homosexual”, continúa el obispo. “Dios no bendice nunca el pecado. Dios no se contradice. Dios no nos miente. Dios, que siempre ama incondicionalmente al pecador, por eso mismo, busca que se arrepienta, se convierta y viva. Dios desea para todos nosotros el bien”, insiste.

Uniones “objetivamente desordenadas”

Asimismo, asegura sentirse “perplejo y confuso” ante la distinción entre “bendiciones litúrgicas y bendiciones pastorales” que hace el documento, ya que “el acto de bendición, ya sea realizado en una asamblea litúrgica o en privado, impartida por un ministro, sigue siendo una bendición, de idéntica naturaleza. Bendecir una pareja es bendecir la unión que existe entre ambos, no hay modo lógico, real, de separar una cosa de otra. ¿Por qué, si no, pedirían una bendición juntos y no dos por separado?”.

Para el prelado, “el problema de fondo es mucho más grave, y es que no pocos hermanos en el episcopado y sacerdotes, contraviniendo la moral objetiva de la Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición, llevan mucho tiempo confundiendo al pueblo de Dios con la bendición indiscriminada de estas uniones objetivamente desordenadas y por lo tanto pecaminosas, incurriendo en horrendo sacrilegio”.

Por ello, y ante “la falta de claridad del documento”, insta a los sacerdotes de su diócesis a “seguir la praxis ininterrumpida de la Iglesia hasta la fecha, que es bendecir a toda persona que pida una bendición, y no a las parejas del mismo sexo o en situación irregular”. De esta manera considera que “evitaremos todo escándalo, confusión, inducción al pecado y a la vez seguiremos mostrando la misericordia que la Iglesia siempre ha manifestado a todo pecador que se le acerca, sobre todo, ofreciéndole la conversión, el perdón, la vida de la Gracia y la Vida Eterna”.

“La Iglesia bendice al pecador”

“La Iglesia bendice a los pecadores, pero nunca su pecado ni su relación pecaminosa”, asegura. “Nuestra caridad pastoral hacia quienes están en situaciones de pecado nos obliga a llamarles a la conversión. Todo pecador sinceramente arrepentido con la firme intención de dejar de pecar y poner fin a su situación pública de pecado (como, por ejemplo, la convivencia fuera de un matrimonio canónicamente válido o la unión entre personas del mismo sexo), puede recibir una bendición e incluso mejor, la absolución sacramental y la Sagrada Comunión”.

Por último, el obispo pide que “no minimicemos las consecuencias destructivas y de corto alcance, resultantes de este esfuerzo hecho por algunos jerarcas de la Iglesia por legitimar tales bendiciones, en algunos casos con buena intención y en otros, como vienen manifestando no pocos, con la intención de destruir el Sagrado Depósito de la Tradición de la Iglesia”. Así, anima a “aquellas personas que sienten atracción hacia el mismo sexo o viven en unión homosexual o irregular que se acerquen a Cristo mediante la oración, la escucha de la Palabra, el ayuno, la penitencia y el auxilio de la Virgen María con miras a su conversión y aprovechar la oportunidad de conversión que Dios les brinda para una vida más feliz y la consecución de la vida eterna”.

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