Julia Lescano, autora del libro ‘Vida escaparate’ (Almuzara), donde lanza un SOS a la humanidad para que levante la mirada de las pantallas y escape de una “vida virtual”, valora mucho que el Papa le ha dedicado su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz a la inteligencia artificial. Una reflexión en la que Francisco “advierte sobre la amenaza de sesgo algorítmico de la tecnología y nos incita a que estemos atentos, destacando la necesidad urgente de orientar sobre un uso responsable, para que esté al servicio de la humanidad y dejando claro no puede sustituir al contacto humano”.
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Ella misma respalda la postura papal, pues, “de todas las tecnologías que ayudan a la vida, me sigo quedando con un abrazo. Resulta vital hacer un uso ético y responsable de las nuevas tecnologías y, además, aprender a no abusar de ellas, de manera que funcionen como una herramienta complementaria, pero jamás como sustitutas”.
Postura eclesial
En cuanto al rol de la Iglesia, “no puede mantenerse al margen ni ajena a algo que está cambiando el paradigma mundial a unas velocidades insospechadas. Debe estar preparada y escoger una postura que no la niegue, pero que tampoco la ponga en primer lugar. Deberá fijar los límites sanos y necesarios para mantener la relación alma-cuerpo, hablando de un cuerpo físico (no artificial) y en presencia”.
Frente a ello, “no podemos perder de vista que la especie humana está experimentando un cambio de hábitat, de lo real a lo virtual. La sociedad de la pantalla está comenzando a somatizar. Las experiencias que tenemos en los nuevos espacios digitales se traducen en sensaciones, y esas sensaciones en emociones, y esas emociones en estados de ánimo que devienen síntomas y conductas”.
¿Rezar con el padre Pío?
Lescano aterriza su reflexión con un ejemplo concreto: “Me ha sorprendido la web italiana prega.org. Es increíble que, mediante un programa de inteligencia artificial gestionado por ImpactOn, los fieles que así lo deseen puedan chatear ni más ni menos que con el padre Pío. La experiencia entre lo sagrado y lo profano comienza así: ‘Querido hijo, sé que siempre has querido hablar conmigo, preguntarme algo. Ahora puedes hacerlo. Pero primero dime quién eres’. Creo fervientemente que esto contribuye a que se pierda la esencia del ritual del rezo. Más allá de por qué o para qué rezamos, interesa analizar la forma en la que las respuestas nos llegan”.
Hasta hace no tanto, “este rito nos invitaba a conectar con nosotros mismos, a mirar dentro nuestro en una actitud receptiva y a estar atentos a las señales y mensajes que podíamos recibir y, por supuesto, a interpretarlos. Hoy se ha cancelado la espera y la respuesta a nuestras oraciones parecen estar a tan solo un click. Pero, ¿cómo son estas respuestas? ¿Y cuán genuinas resultan? Además, esto atenta contra el pensamiento del padre Pío… Solo basta recordar una de sus frases de cabecera: ‘Ora, espera y no te preocupes. La agitación no sirve de nada. Dios es misericordioso y escuchará tu oración’”.
Aquello que no podemos ver ni tocar
La autora de ‘Vida escaparate’ tiene claro que “me quedo con la inteligencia espiritual, que tiene que ver con la fe, con el amor, con lo místico y con todo aquello que no podemos ver ni tocar, pero que sobran manifestaciones día a día para saber que existen. La Iglesia, frente a esto, tiene como misión lograr que podamos reconectar con esa parte misteriosa y mágica de la vida, que la dota de sentido, sobre todo en tiempos difíciles, de crisis global, guerras y desastres naturales”.