Tras la celebración de la eucaristía en el día de la Epifanía del Señor, el papa Francisco no ha faltado, a mediodía, a la oración mariana del ángelus. Los fieles han acudido a la Plaza de San Pedro para rezar con el Papa que les ha felicitado en este día de fiesta. Francisco recordó el primer encuentro en Jerusalén entre el papa Pablo VI y el patriarca Atenágoras hace 60 años para pedir por la unidad de los cristianos a la vez que pidió por la paz en Israel, Palestina, Ucrania y en todo el mundo. también recordó a las víctimas de último ataque en Irán. También ha recordado que en este día en muchos países se celebra la Infancia Misionera, por ello ha agradecido la oración y el compromiso de los más jóvenes. También ha alabado las iniciativas que se celebran con motivo de esta celebración.
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Contemplar a los niños
En su reflexión, el Papa alabó a “esos sabios que reconocen la presencia de Dios en un Niño sencillo: no en un príncipe ni en un noble, sino en un niño de gente pobre, y se postran ante Él, adorándolo”. Los magos de Oriente, destacó el pontífice “en sus ojos pequeños e inocentes, captan la luz del Creador del universo, a cuya búsqueda han dedicado su existencia. En esos frágiles miembros reconocen al Señor de la vida, se detienen a contemplarlo y vuelven a partir como hombres nuevos”.
“Contemplar a Jesús, estar ante Él, adorarlo en la Eucaristía: no es perder el tiempo, sino darle sentido al tiempo –repitió el Papa–; es encontrar el rumbo de la vida en la sencillez de un silencio que alimenta el corazón. Pongámonos también nosotros ante el Niño, detengámonos ante el pesebre”, invitó Bergoglio quien invitó a “mirar a los niños, a los pequeños que también nos hablan de Jesús, con su confianza, su inmediatez, su asombro, su sana curiosidad, su capacidad de llorar y reír espontáneamente, de soñar”. Y es que Francisco reivindicó que “Dios es así: niño, confiado, sencillo, amante de la vida, soñador: se hizo carne y le encanta compartir con nosotros el misterio de la vida, hecho de lágrimas y sonrisas”.
“Detengámonos, pues, a hablar, jugar y reír con nuestros hijos; ¡con paciencia, como saben hacerlo los abuelos! Escuchemos lo que nos dicen y lo que Dios nos dice a través de ellos. Si nos ponemos delante del niño Jesús y en compañía de los niños, aprenderemos a asombrarnos y empezaremos más sencillos y mejores, como los Magos”, propuso Francisco porque “sabremos tener miradas nuevas y creativas sobre los problemas del mundo”. Por ello el pontífice invitó a preguntarse si “¿somos capaces de ver los problemas del mundo a través de los ojos de los niños?” mientras invitó a rezar “por todos los niños, especialmente los probados por las guerras y la injusticia”.