El comisario, David Martínez, explica que el papa Francisco les ha pedido que “hagamos todo lo posible para que, quienes vengan aquí, ‘vivan la misericordia’”
Como cada siete años, la localidad murciana de Caravaca de la Cruz celebra su fiesta grande de la fe: el Año Jubilar de la Vera Cruz. Una ocasión excepcional (desde que así lo aprobara Juan Pablo II en 1998) y cuya actual edición, que cuenta con el lema ‘Camino a la Cruz, camino de amor’, se ha inaugurado con una misa de apertura, este domingo 7 de enero, en la basílica menor santuario de la patrona de Caravaca.
Ante un templo abarrotado de fieles, presidió la celebración José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, acompañado por el pastor de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, así como por otros prelados: el arzobispo emérito de Burgos, Francisco Gil; y los titulares de Jaén, Sebastián Chico; Zamora, Fernando Valera; Guadix, Francisco Jesús Orozco; y Almería, Antonio Gómez Cantero.
En su intervención, Lorca Planes destacó que “Caravaca de la Cruz se convierte en un foco de espiritualidad y de peregrinación. Será para todos la luz que nos ilumina, el signo más grande del amor entregado. Peregrinar a Caravaca supondrá entrar en el misterio de amor que nos ha ofrecido Jesucristo; vendremos a Caravaca a participar de su misericordia y de su perdón para sentir la fuerza de la alegría y salir de aquí cargados de la esperanza que necesitamos para afrontar el día a día con un corazón cristiano”.
En su homilía, Gil Tamayo destacó la oportunidad de peregrinar ante las reliquias de la cruz en la que Jesús se inmoló en ofrenda por toda la humanidad. Algo que valoran a diario los propios habitantes de Caravaca, “que han recibido el testimonio de primera mano de la pasión y muerte del Señor, el símbolo del cristianismo”. Ahora, la propuesta es acudir a la localidad murciana con el corazón abierto y “salir de aquí haciendo el bien”.
En conversación con ‘Vida Nueva’, el comisario del Año Jubilar y párroco de El Salvador de Caravaca, David Martínez, se muestra convencido de que en verdad “comienza un año de gracia”. Y, por ello, no hay que marcarse objetivos concretos: “Dios es el que mueve los corazones y su gracia no la gestionamos nosotros, sino que somos sus intermediarios. Pero todos esperamos, como nos dijo el papa Francisco cuando nos recibió en marzo, que hagamos todo lo posible para que, quienes vengan aquí, ‘vivan la misericordia’. Y es que, en esta cruz que aquí adoramos, Dios nos amó y nos mostró su misericordia”.
Foto: Diócesis de Cartagena.