Ha iniciado la versión 121 de la asamblea ordinaria de los obispos de Venezuela y dentro de su radar están: el sínodo 2021-2024 y la realidad del país.
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La sede de la Universidad Católica Andrés Bello – en Caracas – acogió a los prelados, encabezados por Jesús González de Zárate, arzobispo de Cumaná y presidente del episcopado.
Participó en la apertura Ignazio Ceffalia, encargado de negocios de la Nunciatura, quien dirigió hizo la habitual salutación en nombre del papa Francisco, invitando a sus colegas “a ser luz en estos tiempos de tanta oscuridad”.
“San Pablo, en su palabra, nos ayuda a acrecentar la fe, que, a través de la Esperanza, despierta el amor. Dios no olvida nuestros problemas y como nos dice el Papa, alimentemos la esperanza con el poder de los gestos, en lugar de poner la esperanza en los gestos del poder”, ha dicho.
También han participado Mario Moronta, obispo de San Cristóbal y primer vicepresidente; Ulises Gutiérrez, arzobispo de Ciudad Bolívar y segundo vicepresidente, junto con los cardenales Baltazar Porras y Diego Padrón, como presidentes honorarios.
Camino sinodal
González de Zárate puso en perspectiva varios temas. Destacó que 2023 fue un año que marcó la vida de la Iglesia en todos sus niveles por la XVI asamblea general del sínodo. Un tiempo de escucha – y citando a Francisco – ha indicado que Iglesia y sínodo “son sinónimos”.
También sinodalidad es una nueva forma de ser Iglesia y es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio, por tanto, “afirmaciones que constituyen todo un programa para la vida y misión de la Iglesia en Venezuela en general, y para la Conferencia Episcopal, en particular”.
El prelado aseguró que ser sinodales es superar la tentación del individualismo “tan extendida en la cultura actual y que en ocasiones se deja colar en el tejido eclesial”, por ello, es imperativo superar el aislamiento y división, protagonismos excluyentes, ambiciones de poder y deseos de conservar privilegios.
Una Iglesia sinodal apunta hacia un estilo de vida y misión más sencillo y evangélico, que crece continuamente “en comunión afectiva y efectiva, donde se muestra la comunión a través de la acogida cordial y comprometida de las iniciativas, planes y formas de organización pastoral”.
Un panorama electoral estancado
González ha mencionado que el mundo vive una tercera guerra mundial a pedazos – como ha dicho el Papa – y los efectos de estos conflictos: Ucrania y Gaza, también se han sentido en Venezuela por su condición de país petrolero.
En cuanto al conflicto que el país sostiene con Guyana por la disputa del territorio en el Esequibo, ratificó que “la Iglesia defiende la soberanía de nuestro territorio” y confía en la vía pacífica para solucionar este conflicto histórico, recrudecido tras la celebración de la consulta hecha por el gobierno chavista.
Sobre los diálogos entre el régimen y las oposiciones de Venezuela, ha lamentado que pese a algunos acuerdos, el camino electoral se ha estancado. Aún cuando “hemos sido testigos de concesiones económicas y canje de presos políticos” el panorama electoral “no luce tan claro”.