José Antonio Maeso ya está curado de espanto. Ni pestañea cuando alguien desliza de forma peyorativa el término ‘titiritero’ en su presencia, ni se inmuta ante quien deja caer que uno es menos cura por no llevar alzacuellos. Entre otras cosas, porque este sacerdote burgalés de 53 años no tiene tiempo para perderse entre galgos y podencos cuando los suyos se desangran.
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Y no solo porque sea el coordinador de Cáritas y el máximo responsable de Nación de Paz en el Vicariato Apostólico de Esmeraldas, las dos plataformas sociales de referencia en esta demarcación eclesial de Ecuador. Si lograra arañar alguna hora más al día, tampoco la perdería enzarzándose en batallas de cartón piedra. Pamplinas frente a la carga de profundidad que conlleva dar vida a un trozo de gomaespuma.
“Al trabajar con niños y adolescentes en situación de riesgo, el títere se convierte en una herramienta que no solo me permite decir muchas cosas sin resultar invasivo y que no expresaría directamente yo”. Lo manifiesta solo en primera persona como creador de una decena de muñecos con Pazita a la cabeza como embajadora de la no violencia. Entre otros compañeros de viaje, también se encuentran Don Pacha, símbolo de la Madre Tierra; Quiriñao, con el que trabaja la comunicación pasiva; y Doña Guaca, que le permite canalizar la agresividad de su auditorio.
En sus sesiones también aparecen personajes como Gandhi, Luther King… y el Papa. “¡Claro que tengo un muñeco de Francisco! Pero no le pongo en acción. Los que están inspirados en personalidades solo los mostramos para visibilizar que son los líderes reales que lo dan todo por la paz”, precisa Maeso.
Para este misionero, en los talleres con los chavales, resulta todavía más eficaz que sean ellos los que hagan sus propios títeres y le den voz a los abusos sufridos, a los secuestros que han protagonizado, a los suicidios que han visto: “Es el momento clave, porque es ahí donde verbalizan sin pudor sus denuncias, sus traumas, sus heridas… pero también sus sueños. El lenguaje simbólico es propio del Evangelio. Los títeres son una expresión visible de las parábolas de Jesús. La espuma de los muñecos es capaz de absorber historias, vivencias, sufrimientos, ansiedad, miedo… y sus sueños. Cuando habla el personaje, se desahoga la persona”.
Respuesta sanadora
Ser titiritero y cura, ser cura y titiritero, no es ni mucho menos un simple divertimento cuando se sube el telón en la tercera ciudad más violenta de Latinoamérica, con 81 asesinados al año por cada 100.000 habitantes. “El 87% de los chavales que atendemos han sufrido algún tipo de abuso sexual, lo que exige una respuesta fuerte y real”, añade el presbítero español.
Es la razón de ser de Nación de Paz, una metodología que está aprobada por el Ministerio de Educación, que se aplica en los centros escolares. A ello se suma ahora un programa de atención integral que Maeso ha bautizado como ‘El Hospital de Campaña’, una iniciativa “creada a imagen y semejanza del sueño del papa Francisco, que se centra en la sanación de quienes están en nuestro entorno y que se enfrentan a situaciones verdaderamente complejas provocadas por la violencia”.
En unos casos, pasa por salir al rescate de quienes viven una situación de peligro real de su integridad física; hay otros que precisan una atención psicoemocional, así como planes de prevención, tanto de la violencia como de la extorsión y la trata con fines de explotación sexual o reclutamiento armado. Para lograrlo, echan mano de todos los medios a su alcance: desde formación y promoción del empleo juvenil con microemprendimientos, a podcast para promover la cultura del encuentro. Pero, en ocasiones, todo ello no es suficiente. Aún supura la llaga de un joven con el que, después de estar trabajando durante cuatro años para sacarle de esta espiral de violencia, “acabó muerto de un día para otro”. En el otro extremo están aquellos que han logrado salir adelante “y hoy son padres, con su familia, su hogar y su trabajo”.