El Papa Francisco se ha dirigido por carta a los líderes políticos y empresariales que del 15 al 19 de enero se reúnen en Davos en el Foro Económico Mundial para instarles a ir más allá de los Objetivos de Desarrollo del Milenio planteados por la ONU para alcanzar el objetivo de un desarrollo integral de la humanidad en solidaridad”. Así lo expresa en una carta dirigida al presidente de este encuentro, Klaus Schwab, en la que comparte cómo “en un mundo cada vez más amenazado por la violencia, la agresión y la fragmentación, es esencial que los Estados y las empresas se unan para promover modelos de globalización con visión de futuro y éticamente sólidos”.
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Consciente de que la reunión se celebra “en un clima muy preocupante de inestabilidad internacional” con “conflictos prolongados y guerras reales”, reclamó a los participantes que exploren “formas innovadoras y efectivas de construir un mundo mejor”, teniendo como base “la cohesión social, la fraternidad y la reconciliación”. ¿La meta que propone Francisco? “La lucha contra la pobreza” y “una convivencia pacífica entre los pueblos”.
Explotación laboral
En un nuevo llamamiento a la paz, Francisco expuso cómo las injusticias como el hambre o la exploración de recursos naturales “son las causas profundas del conflicto”. No se olvidó de denunciar “la explotación generalizada de hombres, mujeres y niños obligados a trabajar por salarios bajos y privados de perspectivas reales de desarrollo personal y crecimiento profesional”. “¿Cómo es posible que en el mundo actual la gente siga muriendo de hambre, siendo explotada, condenada al analfabetismo, careciendo de atención médica básica y sin techo?”, planteó el pontífice.
Centrándose en los empresarios presentes en Davos, el Papa les invitó a que “se guíen cada vez más no simplemente por la búsqueda de ganancias justas, sino también por altos estándares éticos, especialmente en lo que respecta a los países menos desarrollados, que no deben estar a merced de sistemas financieros abusivos o usureros”.
A los representantes de los Estados les encomendó que “las estructuras intergubernamentales puedan ejercer eficazmente sus funciones de control y orientación en el sector económico” para “garantizar el logro de esa igualdad que es la base del derecho de todos a participar en el proceso de pleno desarrollo, con el debido respeto a las diferencias legítimas”.