El periodista colaborador de ‘Vida Nueva’ recoge el Premio CEU Ángel Herrera al Mejor Trabajo Periodístico en Materia Educativa por su reportaje sobre la entrega de las combonianas: ‘Frente al yugo de la yihad en Mozambique, la escuela católica salva’
“Gracias al jurado porque no suele ser muy habitual poner la mirada hacia África”. Fueron las primeras palabras que pronunció José Ignacio Martínez Rodríguez esta mañana al recoger el Premio CEU Ángel Herrera al Mejor Trabajo Periodístico en Materia Educativa por su reportaje ‘Frente al yugo de la yihad en Mozambique, la escuela católica salva’, publicado en la revista ‘Vida Nueva’. El periodista comparte con la revista qué le llevó a presentar su candidatura al galardón y sus inquietudes respecto a la realidad africana en la que se mueve desde hace seis años como corresponsal y que expone en un relato sobre la entrega de las misioneras combonianas para rescatar a las mujeres y niñas del país.
PREGUNTA.- Cuando presentó su candidatura al galardón, ¿imaginaba que el jurado podía detenerse en un rincón de África para reconocer la labor callada de unas monjas?
RESPUESTA.- Siempre que presento algún reportaje a un premio tengo la esperanza de ganar, pero es verdad que también está la duda de que suelo tratar temas recónditos, fuera de los focos. Además, es que la labor de estas misioneras es la misma que llevan haciendo 50 años. Con guerra civil, con hambrunas, ahora con el yihadismo… Ellas no han parado. Con todo, no puedo negar que ha sido una alegría y una sorpresa muy grande.
P.- ¿Qué es lo que más le impactó al tocar una realidad tan compleja como la de la Yihad en África frente a los problemas del ‘primer mundo’?
R.- El extremismo islámico en África está muy extendido y es una realidad que ya había tocado previamente, por ejemplo en Mali. Es el continente donde los yihadistas más muertes anuales provocan. Pero en Cabo Delgado hay peculiaridades que no encuentras en otras regiones o en otros países: pobreza absoluta en un sitio muy rico en recursos naturales, con gas, madera de alta calidad, minas de diamantes… Con lo que me quedo casi siempre es con la resiliencia de la gente de a pie, de las personas normales, aunque algunos campos de refugiados son de los peores que he visto por el continente, la verdad.
P.- Reportero en el continente negro, ¿no le indigna saber que lo que ocurre de Gibraltar hacia el sur solo salta a los medios cuando es una auténtica catástrofe?
R.- Aquí tengo mis dudas. Por un lado, es verdad que los medios sólo se preocupan de las catástrofes, lo que da como resultado una imagen distorsionada. En general, África y la mayoría de los africanos son geniales, pujantes, trabajadores… Y eso no es lo que llega. Por otro lado, pienso que si esas catástrofes le pasaran a gente blanca y rica (como, por ejemplo, las muertes de migrantes en el Mediterráneo) no se hablaría de otra cosa. La forma de cambiar algo es darle su sitio e insistir una y otra vez. Entonces creo también que, al hablar del África subsahariana, es necesario hacer hincapié en la pobreza y en todo lo que la rodea. Por ejemplo, Francia tiene 14 Premios Nobel de Literatura y África, donde viven más de 1.200 millones de personas, sólo 5. Sin dinero, sin escuelas, sin educación… Creo firmemente que los periodistas tenemos que hablar de eso.
P.- ¿Cree que África se logrará levantar o la dejarán levantarse de una vez?
R.- Aquí soy poco optimista. Ojalá pudiera decir que sí, porque lo cierto es que es un continente extremadamente joven lleno de gente con muchas ganas de hacer cosas. Pero es cierto que las riquezas naturales suelen estar en manos de empresas extranjeras, que no suele haber oportunidades laborales grandes, que hay niveles demasiado altos de corrupción… Es innegable que hay brotes verdes y que no todos los países visten el mismo traje. Pero creo que para que la mayor parte de la población de África alcance unos niveles de vida dignos queda todavía mucho camino por recorrer.
P.- La Fundación CEU San Pablo premia este reportaje. Pero es solo uno de los muchos relatos de denuncia que ha escrito a lo largo de tu carrera. ¿Cuál es la situación más doliente de cuantas se ha encontrado y ha relatado?
R.- Me dolió mucho mi primer viaje a Sierra Leona porque trabajé a fondo una historia sobre prostitución infantil y vi auténticas barbaridades, como una niña de unos 10 años con gonorrea. Casos injustos y que cuesta entender. Después, es cierto que intentas dejar los sentimientos a un lado y lo tomas como un trabajo: tengo que escribir tantas historias o ir a este o aquel sitio para que la cobertura salga rentable. Pero en estos seis años y pico que llevo trabajando en África también he visto a gente ofreciendo a su vecino el kilo de maíz que tiene, o atardeceres de ensueños, paisajes impresionantes, he conocido a gente buena y honesta y divertida y he compartido momentos en África con gente a la que quiero.