“La oración es el aliento de la fe, es su expresión más propia. Como un grito silencioso que sale del corazón de quien cree y se confía a Dios”. De esta manera comienza el papa Francisco el prefacio que ha escrito para el libro ‘Rezar hoy. Un desafío para superar”, firmado por el cardenal Angelo Comastri y publicado por la Libreria Editrice Vaticana. Se trata, tal como informa Vatican News, del primer volumen de una serie de pequeños textos que se publicarán en el Año de la Oración convocado por el Pontífice en preparación del Jubileo de 2025.
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“Por otra parte”, continua el Papa, “el Señor nos ha advertido que, cuando oramos, no debemos malgastar palabras, engañándonos al creer que seremos escuchados”. Más bien, subraya Francisco, “nos enseñó más bien a preferir el silencio y a confiarnos al Padre, que sabe lo que necesitamos incluso antes de que se lo pidamos”.
Verdadera espiritualidad
“El Jubileo Ordinario de 2025 está a la vuelta de la esquina”, recuerda. “¿Cómo preparar este acontecimiento tan importante para la vida de la Iglesia si no es con la oración? El año 2023 se ha dedicado al redescubrimiento de las enseñanzas conciliares, contenidas sobre todo en las cuatro Constituciones del Vaticano II. Es una manera de mantener viva la consigna que los padres reunidos en el Concilio quisieron poner en nuestras manos, para que, mediante su aplicación, la Iglesia rejuvenezca su rostro y proclame la belleza de la fe a los hombres y mujeres de nuestro tiempo con un lenguaje apropiado. Ahora es el momento de preparar el año 2024, que estará dedicado por completo a la oración”, asevera.
Así, Francisco señala que “en nuestro tiempo es cada vez más fuerte la necesidad de una verdadera espiritualidad, capaz de responder a los grandes interrogantes que surgen cada día en nuestra vida, provocados también por un escenario mundial que ciertamente no es sereno”. El Papa señala directamente “la crisis ecológica-económica-social, agravada por la reciente pandemia; las guerras, especialmente la de Ucrania, que siembran muerte, destrucción y pobreza; la cultura de la indiferencia y del descarte tiende a sofocar las aspiraciones de paz y solidaridad y a marginar a Dios de la vida personal y social…”. Todo ello son “fenómenos contribuyen a generar un clima de pesadumbre, que impide a tantas personas vivir con alegría y serenidad”.