El Pontífice ha presidido esta mañana la inauguración del 95º Año Judicial del Tribunal de la Rota Romana y ha reflexionado sobre el discernimiento en los procesos de nulidad matrimonial
El papa Francisco ha presidido esta mañana la inauguración del 95º Año Judicial del Tribunal de la Rota Romana y ha reflexionado, una vez más, sobre “un aspecto capital”: el discernimiento en los procesos de nulidad matrimonial.
“Se trata de un tema siempre presente, que ha afectado también al ámbito de la reforma implementada de los procesos de nulidad matrimonial, así como a la pastoral familiar, inspirada en la misericordia hacia los fieles que se encuentran en situaciones problemáticas”, ha comenzado explicando.
Por otra parte, “la abolición de la exigencia de doble cumplimiento de la pena en los casos de nulidad, la introducción del proceso más corto ante el Obispo diocesano, así como el esfuerzo por agilizar y hacer más accesible el trabajo de los tribunales, no deben ser mal entendidos y la necesidad de servir a los fieles con un ministerio que les ayude a comprender la verdad sobre su matrimonio nunca debe fallar. Es un servicio, es un servicio que damos”.
Al mismo tiempo, “haber subrayado la importancia de la misericordia en la pastoral familiar no disminuye nuestro compromiso de buscar justicia en las causas de nulidad. Al contrario, precisamente a la luz de la misericordia, hacia las personas y sus conciencias es importante el discernimiento judicial sobre la nulidad. Tiene un valor pastoral insustituible y se integra armoniosamente en la pastoral general debida a las familias”.
Francisco sabe que la tarea de juzgar no es fácil: “Alcanzar la certeza moral sobre la nulidad, superando la presunción de validez en el caso concreto, implica completar un discernimiento al que se ordena todo el proceso, especialmente la investigación. Este discernimiento constituye una gran responsabilidad que la Iglesia os confía, porque influye fuertemente en la vida de las personas y de las familias. Debemos afrontar esta tarea con valentía y claridad pero, ante todo, es crucial contar con la luz y la fuerza del Espíritu Santo”.
Y ha proseguido dirigiéndose a sus “queridos jueces”: “Sin oración no se puede ser juez. Si un juez no quiere o no puede orar, es mejor que se vaya y haga otro trabajo. Recordemos siempre esto: el discernimiento se hace ‘de rodillas’ -y un juez que no sabe ponerse de rodillas más vale que renuncie- implorando el don del Espíritu Santo: solo así podremos llegar a decisiones que van en dirección al bien de las personas y de toda la comunidad eclesial”.
Para el Papa, “la objetividad del discernimiento judicial exige entonces estar libre de cualquier prejuicio, tanto a favor como en contra de la declaración de nulidad”. “Esto implica liberarnos tanto del rigorismo de quienes exigen certeza absoluta como de una actitud inspirada en la falsa creencia de que la mejor respuesta es siempre la nada”, ha añadido.
Según sus palabras, el discernimiento del juez requiere “dos grandes virtudes”: la prudencia y la justicia, “que deben estar informadas por la caridad”.
Por último, el Pontífice ha señalado que “el discernimiento sobre la validez del vínculo es una operación compleja, respecto de la que no debemos olvidar que la interpretación del derecho eclesiástico debe hacerse a la luz de la verdad sobre el matrimonio indisoluble, que la Iglesia salvaguarda y difunde en su predicación y su misión”. “Esto es lo que os pido, jueces: que escuchen con la Iglesia. Y os pregunto a cada uno de vosotros: ¿oráis para sentir con la Iglesia? ¿Eres humilde en la oración, pidiendo luz al Señor, para sentir con la Iglesia?”, se ha preguntado.