La Iglesia evangélica alemana (EKD), al igual que ya hiciera la católica en su día (cuando en 2018 descubrió un alud de abusos en su seno e iniciara su Camino Sinodal para, entre otras cosas, mostrar su compromiso con la sociedad con cambios concretos), acaba de hacer público un informe sobre la incidencia de la pederastia en sus comunidades eclesiales.
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Como explica ‘Katholisch’, el portal informativo de la Conferencia Episcopal Alemana, el estudio se encargó hace tres años a ocho universidades locales. Tras este tiempo de trabajo, fue presentado ayer, jueves 25 de enero, y la EKD, a través de una valoración de su presidenta en funciones, Kirsten Fehrs, reconoció su “sorpresa” y “conmoción”, pues los datos son muy superiores a los inicialmente previstos.
Pueden ser muchos más
Así, los evangélicos germanos reconocen que, desde 1946, 2.174 menores han sufrido abusos en sus parroquias y organizaciones asociadas. Además, se señala a 1.259 acusados de estos actos pederastas, siendo presbíteros la tercera parte de estos depredadores sexuales. Pero, al emplear una “proyección especulativa”, las cifras aumentarían significativamente: 9.355 víctimas y 3.497 culpables, manteniéndose ese índice de un tercio de pastores responsables.
En cuanto al sistema de protección en sí, la EKD también reconoce sin ambages que “hemos fracasado estrepitosamente y no se ha hecho justicia a los afectados”. Lo que demuestra la opacidad de sus comunidades. Y es que, pese a estaban obligadas a ello una vez que se encargó este informe interno, “solo una de las 20 Iglesias regionales proporcionó expedientes personales y no solo los disciplinarios”. Como se comprobó con esa comunidad que sí cooperó con el estudio, la información de los expedientes personales mostró que en ellos se encontraban las causas del 60% de los acusados y el 70% de los afectados.
La punta del iceberg
Como apunta ‘La Croix’, Martin Wazlawik, coordinador de este estudio, cree que estas cifras solo son “la punta del iceberg”, pues, como recuerda, los investigadores solo tuvieron acceso a los expedientes relativos a procedimientos disciplinarios ya llevados a cabo.
De ahí el lamento final de Fehrs; “No los protegimos en el momento del crimen y no los tratamos con dignidad cuando tuvieron el coraje de presentarse a denunciar”.