Tras unos años convulsos que obligó a intervenir su estructura, el pontífice recibe a sus representantes diplomáticos: “El vínculo con el Papa no es una limitación de libertad, sino una tutela”
El papa Francisco confía en que la milenaria Orden de Malta refuerce hoy su “diplomacia humanitaria”. Así lo puso de manifiesto esta mañana, durante la audiencia que mantuvo en el Palacio Apostólico Vaticano con los participantes en la Conferencia de Embajadores de esta entidad eclesial presente en 120 países con proyectos médicos, sociales y humanitarios en favor de los necesitados, que además, en lo que podría considerarse un estado apolítico, mantiene actividad diplomática en 113 países y en 37 misiones ante organismos internacionales. Hoy por hoy, cuenta con 13.500 miembros permanentes, 82.000 voluntarios y 30.000 dependientes repartidos por todo el planeta.
Por todo ello, el pontífice argentino se dirigió a los participantes en el encuentro con el Gran Maestre al frente, el canadiense John Dunlap, No dudó el Papa en recordar los principios fundacionales marcados por el Beato Gerardo Tum, esto es, “promover la gloria de Dios y la santificación de los miembros mediante la tuitio fidei y el obsequium pauperum”, o lo que es lo mismo, “protección de la fe y respeto a los pobres: juntos”.
A partir de ahí, les invitó a seguir “rindiéndole homenaje en los pobres” con “amor y humildad, sin retórica ni ostentación”. En paralelo, subrayó que “vuestra labor no es sólo humanitaria, como la labor meritoria de muchas otras instituciones: es una acción religiosa, que da gloria a Dios en el servicio a los más débiles”.
Este encuentro con el Sucesor de Pedro llega cuando ya se dan por cerrada la crisis abierta en la institución durante estos últimos años que llevó a la Santa Sede a intervenirla hace unos cinco años y que parece haber retomado la calma tras el Capítulo General Extraordinario celebrado hace un año. Por ello, no resulta baladí que en su discurso, Francisco apuntara que “el vínculo de la Orden con el Papa no es una limitación de su libertad, sino una tutela, que se expresa en la preocupación de Pedro por procurar su mayor bien, como sucedió más de una vez incluso con intervenciones directas en momentos de dificultad”.
En esta misma línea, puso en valor “la relevancia de la Orden en el contexto internacional, como instrumento de acción apostólica” ha de someterse con “subordinación, como Orden religiosa, a la Santa Sede” con la correspondiente “obediencia al Papa”. A partir de ahí, puso en valor la necesidad de una “colaboración fructífera entre el representante diplomático de la Orden y el legado papal local, en una acción conjunta por el bien de la Iglesia y de la sociedad”.