El debutante arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí Garib, además presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, ha publicado el sábado una columna en el diario ‘El Mercurio’ llamando a la paz en Israel y Palestina.
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“En Gaza e Israel el gran ausente es el mandamiento no matar”, afirma al inicio y continúa: “Claman al cielo…” los heridos y muertos; los palestinos que debieron dejar sus casas; los rehenes israelíes; el absoluto desprecio por la vida.
“Frente a este dolor interminable y lacerante solo cabe arrodillarse y orar, consolar y trabajar para que pronto termine esta guerra y para siempre”, afirma Chomalí, agregando que esta guerra y otras “solo presagia un tercer conflicto a escala mundial, deja en claro que los países ignoran el sentir de la inmensa mayoría de la humanidad, de los organismos internacionales y de los incesantes llamados del Papa a la paz, al diálogo y a la resolución pacífica de las controversias”.
La guerra un negocio
Agrega que “también es triste e indignante ver a los poderosos de la guerra celosamente protegidos, mientras que muchos jóvenes –algunos ignorando incluso el trasfondo de esta masacre– exponen sus promisorias vidas en las trincheras de la muerte. Escalofriante resulta, además, que para quienes diseñan, fabrican y venden armas, la guerra es un mero negocio y, en su lógica, mientras más dure y se extienda, mejor. Lucrar a costa del dolor, el sufrimiento y la muerte de miles de personas es un delito de lesa humanidad”.
“Esta guerra no es entre palestinos e israelíes, ni tampoco entre musulmanes y judíos. La inmensa mayoría quiere vivir en paz y está harta de tanta violencia –continúa Chomalí–. “Esta es una guerra cuyos últimos responsables no se dan cuenta que la violencia solo engendra más violencia. Es una lástima que, enceguecidos en sus propias visiones del mundo y de la historia, ignoran que el alto al fuego es urgente porque toda vida humana es sagrada y porque cada gota de sangre derramada es un oprobio a la humanidad que todos compartimos y un rotundo fracaso de la sociedad”.
La paz es posible
Como descendiente de palestinos, Chomalí vuelve su mirada al país: “En Chile los descendientes de palestinos y los judíos siempre han convivido de modo pacífico. (…) Sería una lástima, una pérdida y un error trasladar este doloroso y sangriento conflicto a nuestro país y comenzar a respirar el odio que se vive en el Medio Oriente, y de modo especial a las nuevas generaciones. Ese camino es sin retorno y depende de nosotros, los adultos, evitarlo. Las generaciones futuras lo van a agradecer. ¿No habrá llegado la hora de más magnanimidad, mayor altura de miras, comprensión mutua y anhelo de sumar voluntades para exportar la esperanza de que la paz es posible?”.
El arzobispo de Santiago concluye su reflexión pidiendo a Dios “que se escuche la voz de los que queremos una sociedad libre de guerras, y que el anhelo de los palestinos de tener su propio Estado se haga realidad a la brevedad y así, se pueda construir un futuro próspero en la región, donde palestinos e israelíes puedan vivir en paz, profesar su propia fe y trabar un futuro en conjunto. La justicia es el nuevo nombre de la paz. Pido a Dios para que los mercenarios de la guerra emprendan el camino de la conversión y dejen de enriquecerse a costa del sufrimiento de tantos inocentes. Pido a Dios que la voz y oración incesante del papa Francisco se escuche con más atención y de todos quienes decimos, embargados por un gran sentimiento de impotencia, amargura y dolor en el alma, ¡basta!”.