El papa Francisco pone coto a los ‘falsos’ ritos y fórmulas sacramentales. Al menos eso se desprende de la nota ‘Gestis Verbisque’ sobre la validez de los sacramentos, que la Santa Sede ha publicado hoy de manos del prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández.
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“Cualquier modificación de la fórmula de un sacramento es siempre un acto gravemente ilícito”, sentencia el documento vaticano que subraya cómo “incluso cuando se considera que una pequeña modificación no altera el sentido originario de un sacramento y, por consiguiente, no lo invalida, sigue siendo siempre ilícita”. En este sentido, enfatiza que la actual liturgia permite “variedad” y preserva a la Iglesia de una “rígida uniformidad”. A la par, deja caer que “parece cada vez más urgente desarrollar un arte de la celebración que, alejándose tanto de las rígidas rúbricas como de una imaginación revoltosa, conduzca a una disciplina que hay que respetar”.
Consecuencias vitales
Y es que, en no pocas diócesis de todo el planeta los fieles se han encontrado con que han recibido el bautismo con unas prácticas y fórmulas que son consideradas “inválidas” por la Iglesia y que por lo tanto invalidan a la par el resto de sacramentos que la persona ha recibido, incluido el matrimonio o el sacerdocio. Así lo reconoce el propio documento en su introducción, al recopilar expresiones ajenas a la normativa católica como “Yo os bautizo en el nombre del Creador…” y “En nombre de mi padre y de mi madre… Te bautizamos”.
Aunque la Santa Sede reconoce que estos errores litúrgicos pueden darse por “la buena fe” de algunos curas que tienen “sinceros motivos pastorales” para modificar “las fórmulas y los ritos esenciales establecidos por la Iglesia” para hacerlos “su juicio, más adecuados y comprensibles”, Roma alerta de que esta motivación “enmascara, incluso inconscientemente, una deriva subjetivista y una voluntad manipuladora”, además de falta de formación.
Respaldo de la Plenaria
Este documento fue aprobado el pasado 25 de enero en Asamblea Plenaria del Dicasterio para Doctrina de Fe, por unanimidad, y posteriormente rubricado el 31 de enero por el Papa Francisco. Este abrumador respaldo al texto suponía además una prueba de fuego para la autoridad del prefecto Víctor Manuel Fernández, después de la polvareda generada por la declaración ‘Fiducia Supplicans’ sobre la bendición a parejas irregulares. Así pues, el apoyo a ‘Gestis Verbisque’ se ha convertido en un aval a la labor del cardenal argentino.
“Mientras que en otros ámbitos de la actividad pastoral de la Iglesia hay un amplio espacio para la creatividad, esta inventiva en el contexto de la celebración de los sacramentos se transforma más bien en una ‘voluntad manipuladora’ y, por lo tanto, no puede ser invocada”, sentencia el texto configurado por el prefecto Fernández. Es más, el escrito vaticano alerta de que “cambiar, por tanto, la forma o la materia de un sacramento es siempre un acto gravemente ilícito y merece una pena ejemplar, precisamente porque tales gestos arbitrarios pueden producir graves daños al fiel pueblo de Dios”.
Especial cuidado
Por todo eso, insta a los sacerdotes, tal y como ha señalado Francisco recientemente, a tener “especial cuidado” en la administración del sacramento. En este sentido, en la nota se invita a los curas a hacer “de la acción sacramental un acto verdaderamente humano, alejado de todo automatismo, y un acto plenamente eclesial, alejado de la arbitrariedad de cada persona”.
Con todo, las indicaciones de la nueva nota vaticana se aplican “a la Iglesia católica en su conjunto”, pero se recomienda a los obispos locales “adaptar debidamente las indicaciones” a su contexto. El purpurado argentino expone que la nota aprobada “no es, por tanto, una cuestión meramente técnica o incluso ‘rigorista’”, sino que busca “salvaguardar humildemente la unidad del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia en sus actos más sagrados”.
De la misma manera, se aclara que “la Iglesia es ‘ministra’ de los sacramentos, no es dueña de ellos”. Pero, aclara que “por estar enraizadas en la Escritura y en la Tradición, nunca han dependido ni pueden depender de la voluntad del individuo o de la comunidad individual”. “La tarea de la Iglesia no consiste en determinarlos a voluntad o arbitrariedad de nadie, sino en custodiar la sustancia de los sacramentos (salva illorum substantia) indicarlos con autoridad, en docilidad a la acción del Espíritu”.