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María Soledad Villigua: la misionera que reclama justicia climática desde el desierto en Kenia





María Soledad Villigua, misionera social de la Iglesia, reclama justicia climática desde el desierto de Turkana (Kenia), donde la sequía está afectando de manera trágica a la población más vulnerable que vive del pastoreo o la pesca. “Estamos indefensos ante los efectos de esta crisis climática”, señala la religiosa ecuatoriana, cuya congregación lleva 23 años acompañando a esta población.



La hermana ha denunciado, durante la presentación de la campaña 2024 de Manos Unidas contra el hambre -‘El efecto ser humano’-, “la situación extrema que vive la población donde estamos desarrollando nuestra labor”.

Su congregación lleva adelante 11 centros nutricionales con un total de 2.200 niños de hasta 4 años que reciben educación inicial para ser luego insertados en la educación primaria, además reciben alimentación de lunes a sábados y atención médica para el control de la desnutrición.

La religiosa, en el centro, durante la presentación de la campaña 2024 de Manos Unidas: ‘El efecto ser humano’

Centro para niñas huérfanas

Ellas cuentan además con un centro de acogida para aquellas niñas que al momento de nacer han perdido a su madre o para aquellas que rechazan ser tratadas como mercancías y huyen de sus hogares encontrando refugio en su centro, donde se les provee un hogar, alimentación, educación y todo lo necesario hasta que finalicen su educación secundaria.

“Gracias a Manos Unidas proveemos de alimentos a más de 10.000 familias”, ha señalado con agradecimiento la religiosa ecuatoriana.

Ella ha lamentado que, “ante esta crisis climática, sobre todo por la falta de lluvia, la participación del Estado es muy poca. En las épocas donde la sequía se extiende mucho dan un poco de alimento para los animales y envases para que la gente vaya, donde pueda, a buscar un poco de agua. Pero estas pocas acciones son claramente insuficientes para solucionar el problema”.

“Esto tiene graves consecuencias para las personas. Consecuencias tan duras como el desamparo de los mayores, que no pueden caminar largos trayectos bajo el duro sol que azota sus cuerpos… O la falta de escolarización y abandono de los estudios de los hijos”, ha añadido.

Niños sin comer durante cuatro días

Con respecto al hambre, la religiosa ha advertido que “hay escenas que parten el alma”. “En Turkana podemos encontrar niños que no han comido en tres o cuatro días con un rostro verdaderamente débil y, en mayor número de días, es probable que las mujeres, jefas del hogar, no se hayan alimentado porque lo poco que han conseguido es de prioridad para sus hijos. Todo esto provoca que muchas de ellas mueran en la tarea del parto con un alto grado de desnutrición sumado a una anemia que al perder la poca sangre que tienen su final sea incluso tan inhumano de no haber conocido al hijo por el que están dado su vida”, ha explicado.

Por eso, Villigua ha pedido “a los españoles que hagan el ejercicio de intentar, como nos pide el papa Francisco, mirar al rostro de las personas empobrecidas”. “De corazón les digo que todos saldremos ganando…”, ha concluido.

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Etiquetas: Manos Unidas
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