El Obispo de Roma se reúne en el Aula Pablo VI con los participantes del congreso internacional para la formación de presbíteros
El Papa quiere que los sacerdotes encarnen la alegría del Evangelio, se sientan parte de su pueblo y se vuelquen en el servicio a los demás. Son las tres indicaciones principales que ha dado esta mañana en el encuentro que ha mantenido en el Aula Pablo VI con los participantes en el congreso internacional para la formación permanente de los sacerdotes, promovido por el Dicasterio para el Clero, en colaboración con los Dicasterios para la Evangelización y para las Iglesias Orientales. En este encuentro celebrado esta semana en Roma, los participantes han intercambiado buenas prácticas, pero también problemas, así como el horizonte del acompañamiento a los presbíteros.
“El sacerdote no nace por generación espontánea. O es del pueblo de Dios o es un aristócrata que se vuelve neurótico”, reflexionó en voz alta el Papa. A la vez, lamentó que “cuando nos encontramos con sacerdotes que no tienen esa capacidad de servicio, tal vez por egoísmo, sacerdotes que de algún modo han tomado el camino “empresarial”, en ese caso han perdido esta capacidad de sentirse discípulos, y se creen dueños”.
Por ello, reivindicó una formación humana integral que pase por cuidar “nuestra humanidad”. “El contrario de esto es el sacerdote ‘mundano’”, sentenció, convencido de que “cuando la mundanidad entra en el corazón del sacerdote, se arruina todo”.
“Hacen falta sacerdotes plenamente humanos, que sean capaces de jugar con los niños y de acariciar a los ancianos, capaces de buenas relaciones, maduros para afrontar los retos del ministerio, para que el consuelo del Evangelio llegue al pueblo de Dios a través de su humanidad transformada por el Espíritu de Jesús”, expuso Francisco. Y con cierta ironía, apuntó: “¡Un sacerdote agrio, un sacerdote que tiene el corazón amargado es un ‘solterón’!”.
Frente a ello, reclamó “la humilde sabiduría de aprender a caminar juntos, haciendo de la sinodalidad un estilo de vida cristiana y de la misma vida sacerdotal”. “A los sacerdotes, sobre todo hoy, se les pide el compromiso de hacer ‘ejercicios de sinodalidad’”, completó.
“Servir es el carácter distintivo de los ministros de Cristo”, sentenció después Jorge Mario Bergoglio, desde el convencimiento de que el sacerdote “se pone al servicio del pueblo de Dios, está cerca de la gente y, como Jesús en la cruz, se hace cargo de todos”. “Hermanos y hermanas, fijémonos en esta cátedra de la Cruz. Desde allí, amándonos hasta el extremo”, expuso al auditorio, sabedor de que, “cuando nos ponemos al servicio de los demás, cuando nos convertimos en padres y madres para quienes nos han sido confiados, generamos la vida de Dios”.
A partir de ahí Francisco planteó la necesidad de promover “una pastoral generativa” en la que “nosotros somos el centro, sino de una pastoral que genera hijas e hijos a la vida nueva en Cristo, que lleva el agua viva del Evangelio al terreno del corazón humano y del tiempo presente”.
Y como suele hacer habitualmente cuando tiene un encuentro con curas de diferentes realidades, insistió en cómo han de situarse ante el sacramento de la reconciliación: “Perdonen siempre. Cuando la gente se acerca a confesarse, va a pedir el perdón y no a escuchar una lección de teología o sobre las penitencias. Sean misericordiosos, por favor. Perdonen siempre, porque el perdón posee esa gracia de la caricia, de la acogida. El perdón es por sí mismo generativo siempre”. “No tengan miedo de demostrar ternura, la ternura es fuerte”, remató el Papa.