El Papa Francisco no da tregua en su lucha contra la explotación y comercio de seres humanos que considera “un drama de proporciones globales”. Así lo ha puesto de manifestó hoy, en la décima Jornada Mundial de oración y reflexión contra la trata de personas, que creó en torno a la memoria litúrgica de santa Josefina Bakhita, religiosa ugandesa que fue vendida como esclava durante su infancia.
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En su texto, Francisco recuerda cómo la monja africana padeció la injusticia y el sufrimiento, pero también “su fortaleza y su camino de liberación y de renacimiento a una vida nueva”. “Santa Bakhita nos anima a abrir los ojos y los oídos, para ver a los que permanecen invisibles y escuchar a los que no tienen voz; para reconocer la dignidad de cada uno y para actuar contra la trata y contra toda forma de explotación”, relata el Papa. En el documento, recuerda que las mujeres y las niñas son el principal objeto de la explotación sexual o laboral en contexto de guerra, migraciones…
Cultura de la indiferencia
El pontífice argentino plantea en su texto que “la trata es a menudo invisible”, fruto de “la cultura de la indiferencia” que “nos anestesia” frente a las “esclavitudes de nuestro tiempo”. “Ayudémonos recíprocamente a reaccionar”, propone el Papa, convencido de que “contra la trata debemos escuchar, soñar y actuar” con “acciones concretas”.
“Es una llamada a no quedarnos paralizados, a movilizar todos nuestros recursos”, subrayó, con un órdago añadido: “Si cerramos nuestros ojos y oídos, si permanecemos inertes, seremos cómplices”. “Comprometámonos a rezar y actuar por esta causa de la dignidad”, lanza el Papa como hija de ruta, consciente de que “es necesario llegar a la raíz del fenómeno, erradicando las causas.