Para el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, “la universidad ha de ser, en medio de una sociedad, y como parte de ella, un espacio abierto de reflexión, de análisis, y también de propuestas para mejorar las dinámicas comunes y para ayudar a acoger esos cambios profundos desde los que nos jugamos el futuro”.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- PODCAST: Jo Bailey Wells, la obispa anglicana que asesora al C-9 de Francisco
- Regístrate en el boletín gratuito
Es la reflexión que compartió ayer con la comunidad educativa de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, en la eucaristía que presidió con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino. En la misa, celebrada en la basílica de San Francisco el Grande, concelebró el cardenal emérito de Madrid, Carlos Osoro.
“La santidad no está hecha de algunos actos heroicos o empresas intelectuales imposibles, sino de mucho amor cotidiano”, expuso en un templo con una mayoritaria presencia de seminaristas y sacerdotes alumnos del centro formativo madrileña, con la mirada puesta en aquel que León XIII nombró patrono de todas las Escuelas y Universidades del mundo. De Tomás de Aquino, Cobo ensalzó que era “auténticamente rompedor por su rigor, su clarividencia, su amplísima comprensión de la teología, su método, su capacidad de diálogo y de integración de saberes y, sobre todo, por su capacidad para armonizar y fecundar mutuamente fe y razón”.
No a los análisis etéreos
Con el doctor de la Iglesia como referente del diálogo con la sociedad y el pensamiento de su tiempo, el cardenal madrileño sentenció que todas las aportaciones que realizó “no son para encerrarnos en la elucubración o para entretenernos en análisis etéreos”, sino para “asumir hoy los retos nuevos desde el descubrimiento de la fuente principal”.
“Además de Dios, la reflexión teológica necesita de los demás, del diálogo y la escucha”, apuntó el purpurado, que subrayó que “no se trata de estar aislados o faltos de fraternidad en la investigación y en el estudio”. A partir de ahí, Cobo defendió la cultura del encuentro promovida con Francisco remitiéndose directamente Cristo: “Jesús encarna a Dios que camina por medio de la complejidad de cada época”.