El Pontífice tuvo un encuentro con los peregrinos presentes en Roma para la canonización de la beata santiagueña
El papa Francisco recibió a un contingente que visita Roma para asistir a la Misa de Canonización de María Antonia de San José, Mama Antula, que se celebrará en la Basílica de San Pedro el próximo domingo a las 9.30 (hora de Italia).
Saludó con alegría a todos los que han ido a manifestar la devoción a la inminente santa: obispos, sacerdotes, religiosos y fieles, y les aseguró que “la caridad de Mama Antula, sobre todo en el servicio a los más necesitados, hoy se impone con gran fuerza, en medio de esta sociedad que corre el riesgo de olvidar que ‘el individualismo radical es el virus más difícil de vencer. Un virus que engaña. Nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones’ (Carta enc. ‘Fratelli tutti’, 105)”.
Con respecto a la beata dijo que en ella se encuentra un ejemplo y una inspiración que reaviva la opción por los últimos, por los que la sociedad descarta y desecha (‘Evangelli gaudium’, 195), y pidió que Dios brinde la gracia de seguir su ejemplo, signo de amor y ternura entre los hermanos.
El Santo Padre recordó que el camino de la santidad implica confianza, abandono: Mama Antula llegó a Buenos Aires descalza y solo con un crucifijo, “porque no había puesto su seguridad en sí misma, sino en Dios, confiaba en que su arduo apostolado era obra de Él”.
Agregó que ella experimentó lo que Dios quiere para cada uno: descubrir su llamada, “todo para la mayor gloria de Dios y salvación de las almas”. Esta premisa, base de la espiritualidad ignaciana, fue lo que nutrió a Mama Antula y la movió siempre en toda su labor. Cuando fue suprimida la Compañía de Jesús, una de sus preocupaciones fue la de impartir ella misma los ejercicios espirituales, para ayudar a todos a descubrir la belleza del seguimiento de Cristo. EL Papa reafirmó que no fue una tarea sencilla: “…. le llegaron a prohibir dar los ejercicios, de manera que decidió impartirlos clandestinamente. Esta dimensión de la clandestinidad no podemos olvidarla, es muy importante”.
Añadió otro mensaje que dejó la beata: no rendirse frente a la adversidad ni desistir de los buenos propósitos de llevar el Evangelio a todos, a pesar de los desafíos que esto pueda representar. Muchas veces incluso en la propia familia o el lugar de trabajo puede ser un ambiente árido donde hay que conservar la fe e irradiarla. “Firmemente arraigados en el Señor debemos ver en esto una ocasión en la que podemos desafiar nuestro entorno para llevar la alegría del Evangelio”, manifestó Francisco.
Comentó que, además de la devoción a san José, la beata tenía un gran ardor por la Eucaristía, “la cual debe ser el centro de nuestra vida, y de la cual mana la fuerza para realizar nuestro apostolado (cf. Const. ‘Sacrosanctum concilium’, 10)”. Por eso, invitó a todos los peregrinos a participar el domingo, en la celebración de Cristo, muerto y resucitado, en la cual proclamaremos como santa a Mama Antula, y a que sean testigos de este regalo para el pueblo argentino, pero también para toda la Iglesia”.
Finalmente, convocó a todos los miembros de esta delegación, a pedirle a ella, que tanto promovió las peregrinaciones, que “los ayude en nuestro peregrinar juntos hacia la casa del Padre“. Y que la Virgen de Luján interceda por todos los fieles que peregrinan en Argentina, y por la Iglesia universal.