La Iglesia local vivió con intensidad estas jornadas en preparación y los actos de acción de gracias tras la ceremonia de canonización de María Antonia de la Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, que fue proclamada santa por el papa Francisco, en la Basílica de San Pedro.
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Más allá de las misas, vigilias, rosarios de la aurora y momentos de oración y meditación y charlas conmemorativas, en las diócesis se han organizado espacios de encuentro fraterno, fogones musicales, y otros eventos culturales en los que se resaltaron distintas características del trabajo apostólico de la Santa.
Acción de gracias
En Buenos Aires, en la Basílica de Nuestra Señora de la Piedad, donde ella pidió ser enterrada, se celebró la Misa de acción de gracias por esta canonización. La celebración estuvo presidida por el obispo auxiliar porteño y vicario general, Gustavo Carrara.
Comentó que, cuando los jesuitas fueron expulsados de América, ella con 37 años, “sintió el llamado a continuar la obra, que tanto bien había hecho”. Y rescató su pasión misionera: “Quisiera andar hasta donde Dios no fuese conocido, para hacerlo conocer”. Encontró en los ejercicios espirituales el camino para buscar y hallar la voluntad de Dios, que invitan a una conversión evangélica, y a un seguimiento personal de Cristo, dentro de la Iglesia.
El prelado porteño recordó que, con respecto a su peregrinar por varias provincias (a las que llegaba a pie o con un carro tirado por un asno), le permitió decir que: “El amable Jesús es Quien me conduce y me permite estos pasos”.
La misma dignidad
Carrara señaló que en torno a la figura de Jesús fue formando una comunidad itinerante de laicos misioneros, “toda una invitación para nuestra Iglesia hoy”. Y cuando llegaba a los lugares, organizaba la predicación de los ejercicios y se ocupaba de que no faltara nada material para realizarlos. San Cayetano fue siempre invocado por ella y, hoy le debemos la presencia del patrono del pan y del trabajo en el Santuario de Liniers. “El pedido del pan es un pedido de justicia –no es posible pasar hambre en una tierra bendita de pan-, y el pedido de trabajo es un pedido de dignidad –aquel que no trabaja está herido en su dignidad, siente que está de sobra-“, aseguró el obispo.
Asimismo, aludió a las palabras que el papa Francisco expresara ante la delegación “antuliana” que viajó a Roma para la ceremonia de canonización: “Recordemos también que el camino de la santidad implica confianza, abandono, como cuando la beata María Antonia llegó sólo con un crucifijo y descalza a Buenos Aires, porque no había puesto su seguridad en sí misma, sino en Dios, confiaba en que su arduo apostolado era obra de Él. Ella experimentó lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, que podamos descubrir su llamada, cada uno en su propio estado de vida…”.
Si bien la recepción en Buenos Aires no fue buena porque la trataban de bruja o de loca, de hecho, y debió esconderse en esta Iglesia (la del Pilar), con paciencia y perseverancia, consiguió que miles de personas hicieran los ejercicios espirituales, y mediante ellos transformaran su vida. Luego, empezó la obra de la Santa Casa de Ejercicios (Independencia y Salta). Allí, “en las tandas de ejercicios, compartían la mesa pobres y ricos, indios, esclavos y futuros revolucionarios de Mayo. Eran un tiempo de gracia, de integración y de fraternidad”, explicó el auxiliar de Buenos Aires. Y agregó: “Para nuestra primera santa, todos los que participaban tenían la misma dignidad, y los trataba con delicadeza, dedicándoles tiempo y escucha”.
En salida
El vicario general de la arquidiócesis de Buenos Aires, destacó que María Antonia de San José, en la Buenos Aires colonial, fue una mujer de una espiritualidad evangelizadora en salida. Buscaba a ese Dios que se oculta especialmente en los lugares de sufrimiento y dolor. Visitaba a los presos, a los enfermos, y socorría a los pobres. Como dijo el Santo Padre: “La caridad de Mama Antula,… hoy se impone con gran fuerza, en medio de esta sociedad que corre el riesgo de olvidar… que nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones» (Fratelli tutti, 105). En esta beata encontramos un ejemplo y una inspiración que reaviva «la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha».
Carrara indicó que la Santa Mama Antula, con esta opción clara y profética por los últimos, nos permite asomarnos al Evangelio de este domingo, en el que Jesús se acerca a un hombre que tenía lepra, y cayendo de rodillas le pide: “Si quieres puedes purificarme”. y Jesús conmovido, extiende la mano, lo toca y le dice: “Lo quiero, queda purificado”, porque Él vino a revelar que en el corazón misericordioso del Padre hay lugar para todos.
Invitó a los presentes a pedir la gracia de quitar las afecciones desordenadas, para buscar y hallar la voluntad de Dios; a las puertas de la Cuaresma, como gracia al Espíritu Santo, pedir que los pensamientos, sentimientos y acciones, estén ordenados a la mayor gloria de Dios y a la salvación de nuestras hermanas y hermanos (Cfr. EE 46), y para conocer internamente los sentimientos de Jesús.
Finalmente, Gustavo Carrara afirmó que la canonización de Mama Antula es una gracia especial para Iglesia en Argentina. “Nos alegramos, lo agradecemos, pero a la vez nos queda abierta la pregunta. ¿Qué nos está pidiendo el Espíritu Santo a través de ella? Hay que rezarlo, discernirlo, y actuarlo“, remarcó.