África

Y Marlene pudo escapar y nunca más quiso ser una niña soldado…

  • Tras presenciar el asesinato de su padre y negarse a matar a su madre, esta sursudanesa fue secuestrada por los paramilitares
  • Entreculturas impulsa su campaña ‘La luz de las niñas’ ante el Día Internacional contra la Utilización de Menores Soldado
  • Desde 2012, la ONG jesuita ha acompañado a más de 58.000 chicas de distintos países de África y América Latina





Al conmemorarse este 12 de febrero el Día Internacional contra la Utilización de Menores Soldado, Entreculturas acude a datos de Naciones Unidas y denuncia que, en 2022, los secuestros de niñas aumentaron un 30% en todo el mundo, debiéndose muchos de ellos a grupos armados.



A través de su campaña ‘La luz de las niñas’, la ONG jesuita lamenta que “esta nociva práctica” se centra en los menores “porque son más vulnerables y menos conscientes del peligro al que se exponen”.

Riesgos añadidos

Algo que padecen con una especial crueldad las chicas, que, además de los muchos riesgos que contraen en contextos bélicos, “están expuestas a la violencia sexual, al embarazo precoz o a matrimonios forzosos, así como al estigma y al rechazo por parte de sus familias y la comunidad durante su reinserción en la sociedad”.

Entreculturas personaliza este horror en el caso de Marlene (nombre ficticio para proteger su identidad), “una adolescente sursudanesa que, tras tener que presenciar el asesinato de su padre y negarse a matar a su propia madre, fue secuestrada por un grupo palamilitar durante dos años. Durante ese tiempo, Marlene se integró y comenzó a comportarse como una más del grupo, llegando incluso a atracar a su propia familia, hasta que, tras asaltar a su tía, decidió escapar con la ayuda de un familiar que formaba parte del grupo armado”.

Difícil vuelta a casa

Con todo, como relata la propia joven, su vida siguió en el alambre bastante tiempo más: “Cuando regresé a mi pueblo natal, fue muy difícil… Todos tenían miedo de mí. Pensaban que había vuelto para matarlos a todos. Incluso cuando iba a buscar agua, la gente corría”. Solo cambió su situación gracias a la intervención de las personas líderes de la comunidad, que “decían a la gente que yo era una persona nueva y ya no era la misma de la selva”.

Como Marlene, “son muchas las niñas en Sudán del Sur que ven su infancia cercenada al ser reclutadas por los grupos armados. Se estima que en Sudán del Sur existen entre 7.000 y 19.000 menores soldado. Sin embargo, su falta de visibilidad provoca que no existan programas de atención específicos para responder a sus necesidades ni en el país africano ni en el resto del continente”.

Apoyo a través de la escuela

Sí tratan de dar una respuesta Entreculturas y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), que ayudan “a cientos de niñas sursudanesas a través de nuestro programa ‘La luz de las niñas’, protegiéndolas de la violencia que sufren por el hecho de ser niñas y para que puedan recibir un acompañamiento adecuado a sus necesidades”. Una labor de “reintegración” que tiene su base en la educación, ofreciéndoles “recursos esenciales y becas escolares, además de un espacio seguro”.

Es el caso de Marlene, que, tras dejar atrás su pesadilla, “ahora está feliz en la comunidad y disfruta de su vuelta a la escuela”. Desde que en 2012 creara el programa ‘La luz de las niñas’, Entreculturas ha acompañado a más de 58.000 niñas de distintos países de África y América Latina. Una ingente labor que se ha dado “a través de tres líneas fundamentales: atención a niñas y adolescentes víctimas de violencia, prevención de posibles casos y acceso educativo para ellas”.

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