Los medios vaticanos han difundido el prólogo escrito por el papa Francisco para el último libro del periodista Austen Ivereigh, ‘Primero pertenece a Dios: en retiro con el papa Francisco’, publicado por Messenger Publications and Loyola Press. En su texto, el pontífice denuncia que “el deterioro de nuestra casa común y los movimientos masivos de personas son síntomas de la ‘crisis de la no pertenencia del hombre’ a Dios”.
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Frente a la autosuficiencia
“Cuando damos cabida al Señor que nos salva de nuestra autosuficiencia, nos abrimos a toda creación y a toda creatura, y nos convertimos en canales de la vida y del amor del Padre. Sólo entonces caemos en la cuenta de la vida como realmente es: un don del Padre que nos ama profundamente y desea que le pertenezcamos a Él y a los demás”, explica el Papa a partir de la experiencia de san Ignacio de Loyola. Para Francisco, a pesar de esta convicción de la fe “continuamos tentados a cerrarnos a esa gracia, a vivir mundanamente, en la ilusión de ser soberanos y autosuficientes”.
Para Bergolio, “todas las crisis mortales que nos acosan en el mundo, desde la crisis ecológica a las guerras, las injusticias contra los pobres y los frágiles, tienen su raíz en este rechazo de nuestra pertenencia a Dios y a los demás”. Ante esto, el Papa reivindica las enseñanzas de la Iglesia como “canales de gracia” para “recibir los dones que el Padre desea derramar sobre nosotros” como son los Ejercicios Espirituales promovidos por el santo de Loyola como forma para “recargar las pilas”.
“Un retiro cristiano es muy distinto de las vacaciones de ‘bienestar’. El centro de atención no somos nosotros, sino Dios, el Buen Pastor, que, en vez de tratarnos como máquinas, responde a nuestras más profundas necesidades como hijos suyos de quienes está enamorado”, reivindica el pontífice. “El amor y el servicio: son los dos ejes de los Ejercicios Espirituales. Jesús sale a nuestro encuentro, rompe nuestras cadenas para que caminemos junto a él, como sus discípulos y compañeros”, apunta. “No es tiempo de atrincherarse y encerrarse. Veo claramente que el Señor nos llama a salir de nosotros mismos, a levantarnos y a caminar. Nos pide que no nos alejarnos de los dolores y gritos de nuestro tiempo, sino que entremos en ellos, abriendo canales de su gracia”, anima el Papa.