Comienza la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, una celebración que nos ayuda a mirar a la Pascua desde el primer momento. Un signo, la imposición de cenizas, y un evangelio que presentan los elementos clásicos de este tiempo litúrgico –ayuno, limosna y oración– son las claves de esta jornada que marca este tiempo. “Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga”, advierte Jesús en el evangelio de Mateo que se proclama en este día.
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Las cenizas, acompañadas del versículo “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás” o de “Conviértete y cree en el Evangelio” son el símbolo penitencial del día. Una llamada de atención que conecta con el sentido profundo de la cuaresma. Vida Nueva repasa alguno de los elementos que se ponen de manifiesto desde este día.
1. Tiempo de cuarentena
En la tradición antigua, y por lo tanto en la tradición bíblica, el número cuarenta era el número que designaba la madurez de una época, de una decisión, de cambio de generación… Es el tiempo suficiente que pasa Moisés en la cima del monte Sinaí (cf. Ex 34, 27-28), lo que tarde Elías en caminar hasta el Horeb (1 Re 19, 7-8) o el tiempo que Jesús es conducido al desierto por el Espíritu para que le tentara el diablo (Mt 4, 1-2). Además en 40 años por el desierto se renueva la generación que salió de Egipto y pecó con el becerro de oro (cf. Dt 8, 2-6) o es también el tiempo de la purificación de las mujeres tras el nacimiento de un hijo (cf. Lv 12, 2-4. 6-7).
Tiempo de madurez y de reflexión, la Cuaresma cada año es una oportunidad para tomar el pulso a la vida cristiana en aspectos fundamentales y básicos, hacia los que las mismas prácticas debieran conducir. La Cuaresma, escribe el escolapio Jesús María Lecea, es un “camino de aprendizaje, que, además de recibir enseñanza, prepara para la celebración del Misterio pascual, meta del recorrido cuaresmal”.
2. Frente a la enfermedad de la apariencia
Francisco en su homilía del Miércoles de Ceniza de 2022 –celebración en la que el cardenal secretario de Estado presidió en nombre del Papa a la basílica de Santa Sabina en el Aventino, tras el parón de la pandemia–, recordaba que “el rito de la ceniza, que recibimos sobre la cabeza, tiene por objeto salvarnos del error de anteponer la recompensa de los hombres a la recompensa del Padre. Este signo austero, que nos lleva a reflexionar sobre la caducidad de nuestra condición humana, es como una medicina amarga pero eficaz para curar la enfermedad de la apariencia. Es una enfermedad espiritual, que esclaviza a la persona, llevándola a depender de la admiración de los demás”.
Para Francisco, “la ceniza saca a la luz la nada que se esconde detrás de la búsqueda frenética de recompensas mundanas. Nos recuerdan que la mundanidad es como el polvo, que un poco de viento es suficiente para llevársela. Hermanas, hermanos, no estamos en este mundo para perseguir el viento; nuestros corazones tienen sed de eternidad. La Cuaresma es un tiempo que el Señor nos da para volver a la vida, para curarnos interiormente y caminar hacia la Pascua, hacia lo que permanece, hacia la recompensa del Padre. Es un camino de curación. No para cambiar todo de la noche a la mañana, sino para vivir cada día con un espíritu nuevo, con un estilo diferente. Este es el propósito de la oración, la caridad y el ayuno. Purificados por la ceniza cuaresmal, purificados de la hipocresía de las apariencias, recobran toda su fuerza y regeneran una relación viva con Dios, con los hermanos y consigo mismos”.
3. Ayuno de toda dependencia
El ayuno, recordaba el Papa hace un año, “no es una dieta, sino que más bien nos libera de la autorreferencialidad de la búsqueda obsesiva de bienestar físico, para ayudarnos a mantener en forma no el cuerpo sino el espíritu. El ayuno nos reconduce a darle a las cosas su valor correcto. En concreto, nos recuerda que la vida no debe estar sujeta a la escena pasajera de este mundo. El ayuno no debe limitarse sólo a la comida; en Cuaresma debemos ayunar, sobre todo, de lo que nos hace dependientes; que cada uno reflexione sobre esto, para hacer un ayuno que realmente tenga un impacto en la vida concreta de cada uno”.
4. El secreto de la oración
“La oración humilde, hecha «en lo secreto» (Mt 6,6), en el recogimiento de la propia habitación, se convierte en el secreto para hacer que la vida florezca hacia afuera. Es un cálido diálogo de afecto y confianza, que reconforta y abre el corazón”, decía Francisco hace un año. El pontífice invitó “especialmente en este período de Cuaresma, oremos mirando el Crucifijo: dejémonos invadir por la conmovedora ternura de Dios y pongamos en sus llagas nuestras heridas y las del mundo. No nos dejemos llevar por la prisa, estemos en silencio ante Él. Redescubramos la fecunda esencialidad del diálogo íntimo con el Señor. Porque a Dios no le gustan las cosas ostentosas, sino que le gusta dejarse encontrar en lo secreto. Es “el secreto del amor”, lejos de toda ostentación y de tonos llamativos”.
5. Un camino de ascesis
El papa Francisco, en su Mensaje para la Cuaresma de 2023, reclamaba que “la ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal”.