Mario de Jesús Álvarez, obispo de la diócesis de Istmina-Tadó y administrador apostólico de Quibdó, al noroeste de Colombia, ha lanzado un SOS por la grave situación de violencia generada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
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Aún cuando el gobierno de Gustavo Petro había pactado con este grupo armado prolongar el cese al fuego bilateral, la suspensión de los secuestros y el reclutamiento de jóvenes, este 10 de febrero el frente Omar Gómez del ELN en el Medio San Juan, en Chocó, decretó un paro armado.
Producto de esta acción violenta han quedado confinadas más de 30 mil personas, por ello, el prelado ha indicado que en esta zona tomada por la guerrilla “los relatos son muy dolorosos, la angustia de las personas que no tienen las medicinas necesarias, su alimentación, los niños no pueden desplazarse a sus escuelas”.
Control territorial
Se trata de una lucha por el control del territorio – explica Álvarez –puesto que los guerrilleros argumentan que estas acciones son en represalia a los paramilitares, que también tienen azotada esta región.
“De fondo, es el viejo problema del control del territorio, y el comercio conexo, lícito e ilícito, en zonas donde no llega el Estado”, acotó.
Se trata de un conflicto con muchas aristas en el que están involucrados paramilitares, guerrilleros y los narcotraficantes del Clan del golfo. La zona más afectada ha sido la vereda Chambacú del municipio de Sipí, con al menos 100 personas desplazadas.