Los prestigiosos rabinos Jehoshua Ahrens (desde Fráncfort), Yitz Greenberg (Nueva York) y David Meyer (París), así como dos académicos judíos especializados en el diálogo hebreo-cristiano, Karma Ben Johanan (Jerusalén) y Malka Zeiger Simkovich (Chicago), han enviado al papa Francisco una carta en el que le agradecen “el esfuerzo de la Iglesia por cultivar la comprensión donde antes había rivalidad, la amistad donde antes había animosidad, y la empatía donde antes había desprecio”. Una actitud que, a su juicio, “ha transformado nuestras comunidades y ha dejado una huella duradera en nuestras historias”.
Se trata de un grupo que ya se vio en noviembre con Bergoglio. Significativamente, poco antes de que el Consejo de la Asamblea de los Rabinos de Italia cargara duramente contra el Papa tras reunirse este con un grupo de palestinos víctimas del ataque israelí en Gaza (y, paralelamente, con un grupo de rehenes israelíes capturados por Hamás en su atentado del 7 de octubre) y considerar que Francisco calificaba la respuesta del Gobierno de Netanyahu como “terrorismo”.
Ahora, el momento también es de alta tensión en las relaciones entre Israel y la Santa Sede, aunque las críticas de Tel Aviv se están centrando en el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, rechazándose de plano unas declaraciones suyas de esta semana en las que calificaba la operación israelí en Gaza, donde ya se registran 30.000 víctimas, de “desproporcionada”, alcanzando el rango de “carnicería”.
La Embajada de Israel ante la Santa Sede, en un comunicado de prensa recogido por ‘Europa Press’, no ha dudado en calificar la posición de Parolin como “deplorable”. Y es que, entienden los diplomáticos israelíes, no se puede reclamar “una solución inmediata” para la guerra “sin tener en cuenta todas las circunstancias y datos relevantes”, lo que “conduce inevitablemente a conclusiones erróneas”.
Tal aldabonazo israelí contra Parolin ha sido respondido por Vatican News, el portal oficial vaticano, a través de un texto firmado por Andrea Tornielli, director editorial de la Santa Sede. Titulado ‘Detener la carnicería’, en él se recuerdan las muchas condenas por parte del secretario de Estado vaticano al atentado terrorista de Hamás, que desde el primer momento definió como “inhumano”, indicando además “como prioritaria la liberación de los rehenes” y “hablando también del derecho a la defensa de Israel”. Eso sí, desde “el necesario parámetro de la proporcionalidad”.
Partiendo siempre de “una visión realista del drama en curso”, queda claro cómo, en todo momento, “para la Santa Sede, la elección de campo es siempre por las víctimas. Y, por tanto, por los israelíes masacrados en los ‘kibutzim’ cuando se disponían a celebrar el día de ‘Simchat Torá’, por los rehenes arrancados a sus familias, y por los civiles inocentes (un tercio de los cuales son niños) asesinados por los bombardeos en Gaza. Nadie puede definir lo que está ocurriendo en la Franja como un ‘daño colateral’ de la lucha al terrorismo. El derecho a la defensa, el derecho de Israel de llevar ante la justicia a los responsables de la masacre de octubre, no puede justificar esta carnicería”.
En medio de toda esta polémica, la carta de los cinco rabinos y académicos supone un balón de oxígeno para el Vaticano, pues en ella se agradece que el “compromiso” eclesial por la paz “adquiere aún mayor importancia en estos tiempos en que la inestabilidad amenaza incluso las relaciones cultivadas durante muchas décadas”.
Esta misiva, por cierto, es una respuesta a la que previamente les envió Francisco el 2 de febrero, dirigida “a los hermanos y hermanas judíos de Israel”. En ella, el Papa aseguraba “la solidaridad de toda la Iglesia con el pueblo judío” y llamaba “a una rápida pacificación entre todos los pueblos de cualquier etnia y confesión religiosa que habitan Tierra Santa”.
Todo ello se lo agradecen estos representantes del judaísmo, que valoran cómo el Papa siempre muestra “su compromiso de oponerse activamente al antisemitismo”, que, “en los últimos tiempos, ha adquirido dimensiones desconocidas para la mayoría de nosotros durante nuestra vida”. Así, puesto que “vivimos un momento de la historia que requiere perseverancia, esperanza y coraje”, se unen “a nuestros hermanos y hermanas católicos en su convicción de que las religiones pueden ser fuerzas creativas, imbuidas del poder de abrir caminos que de otro modo permanecerían cerrados”.