Para Ianire Angulo, “todavía hay una ceguera comunitaria e institucional para detectar abusos”. Así lo compartió esta mañana esta religiosa esclava de la Santísima Eucaristía, biblista y teóloga de la vida religiosa, en el marco de las XXI Jornada del área de Justicia y Solidaridad y Misión y Cooperación de CONFER que se celebran este fin de semana en Madrid.
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La también profesora de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología de Granada abordó en su ponencia ‘la cultura del silencio y su impacto a nivel socio eclesial’. Desde ahí, denunció que persisten “estructuras que facilitan el abuso”, así como “una cultura que normaliza estas dinámicas”. “Los protocolos de denuncia es importante pero me preocupa cuál es la cultura que tenemos en nuestras organizaciones”, enfatizó.
Síndrome del avestruz
“Una vivencia pervertida del silencio es un rasgo más de la cultura del silencio”, subrayó, sabedora de que este “síndrome del avestruz” se trata de “un mecanismo incluso inconsciente ante algo que nos desborda o que pensamos que es una amenaza a todo el conjunto”. “Nos parece terrible encubrir… hasta que nos pasa en casa”, dejó caer.
Frente a ello, planteó que “la meta que nos plantea Francisco es la cultura del cuidado”. “Nada va a cambiar si no se hace desde dentro y desde abajo, porque, en la medida en la que nos vayamos despertando, transformaremos nuestras palabras dañinas y nuestros silencios”, compartió.
En su reflexión, aterrizó hasta tal punto que recomendó al auditorio “cuidado con las banalizaciones y con nuestros comentarios victimizadores, la duda, el cuestionamiento… que ahondan en la culpabilidad”. De la misma manera, explicó que “las víctimas no hablan cuando quieren, sino cuando pueden”. También alertó de que, en no pocas ocasiones, “queremos acelerar los procesos de sanación porque nos incomoda que se alarguen los tiempos de una cuestión tan delicada”.