El obispo Álvarez pidió una diócesis con dimensión de desierto, el lugar de encuentro con Dios
Nueva jurisdicción eclesiástica y primer obispo, Roberto Pío Álvarez. Así comenzó este camino la diócesis de Rawson, en la provincia de Chubut. Acompañó este proceso, el Nuncio Apostólico en Argentina, Miroslaw Adamczyk,
Una multitud se reunió en la Plaza Independencia de la ciudad de Trelew, frente a la parroquia María Auxiliadora, catedral de la nueva diócesis de Rawson. El 19 de octubre de 2023, el Santo Padre Francisco erigió este circunscripción, desmembrada diócesis de Comodoro Rivadavia y sufragánea de la arquidiócesis de Bahía Blanca.
Ante la presencia de las autoridades, el gobernador del Chubut, Ignacio Torres, y el intendente de Trelew, Gerardo Merino, dijeron presente en esta Celebración Eucarística, entre otras autoridades y funcionarios de la provincia.
También participaron el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea; el arzobispo de Bahía Blanca, Carlos Azpiroz Costa, op, y su auxiliar, Jorge Wagner; el arzobispo de Córdoba, el cardenal Ángel Rossi, su auxiliar, Alejandro Musolino, y el arzobispo emérito de Córdoba, Carlos Ñáñez; el titular de Avellaneda-Lanús, Marcelo “Maxi” Margni; y los obispos Joaquín Gimeno Lahoz, emérito de Comodoro Rivadavia, y el obispo emérito de Neuquén, Virginio Bressanelli.
Entre los obispos de la región de la Patagonia estuvieron: Juan Carlos Ares, obispo de Bariloche; Alejandro Benna, obispo de Alto Valle; Fernando Croxatto, obispo de Neuquén; Esteban Laxague, titular de Viedma; José Slaby, prelado de Esquel; Ignacio Medina y Fabián González Balsa, obispo titular y auxiliar de Río Gallegos, respectivamente.
Tras una procesión de fieles y vecinos se dio paso a la entronización de la Virgen María Inmaculada, patrona de la nueva diócesis, cuya fiesta se celebrará el 8 de diciembre.
Durante la homilía, el nuevo obispo de Rawson señaló que el Evangelio de Marcos ubica las tentaciones entre el Bautismo de Jesús, en el río, y los primeros llamados, a las orillas del mar de Galilea: “En los dos, agua”. Jesús no sólo se sumerge para hacernos ver que se zambulle en el pecado de la humanidad, sino que desde allí sale y se rasgan los cielos: “la Trinidad anida para siempre como una paloma en el corazón de Jesús y en el nuestro: “… no sos cualquier vos, sos mi Hijo”, dijo.
Por otro lado, indicó que en el otro extremo, el mar, que era el lugar del peligro, de la dificultad, del pecado; para el judío, el Mar Rojo fue el último obstáculo para salir a la libertad. Ahí Jesús orillando el pecado, elige los primeros discípulos.
Otro elemento que mencionó es el desierto, que aleja a Jesús de la ciudad para los momentos más lindos.
Pensando en la Cuaresma, en la diócesis, sugirió pensar en esta dimensión del desierto como el lugar de encuentro con Dios: “La llamaré el desierto y le hablaré el corazón”, dice el Antiguo Testamento. “Está bueno soñar con una iglesia, con una diócesis, con una comunidad, con una familia que se vuelve el encuentro donde Dios abre el corazón”, señaló el obispo. Que la Iglesia sea el lugar donde Dios nos constituye en tú, distintos, amados, sin distancia con Él, porque nos habla al corazón.
Recuerda que el papa Francisco, en la primera exhortación Evangelii Gaudium, desglosa cuatro ideas:
El titular de Rawson indicó que en el desierto anida y espera el mal Espíritu, que siempre va a convivir con la otra parte. Aseguró que en nosotros va a estar siempre esto de ocupar o querer espacios, esto de querer resultados inmediatos. “Tenemos que ser capaces de ser una iglesia que le aporta al conjunto, vivimos la misma urgencia”, expresó. A veces queremos apoltronarnos, quedarnos, generar espacios superiores al tiempo, nos llenamos solo de ideas. Sin embargo, también “–como Jesús en este desierto– elegimos que nos hable el corazón, no ponernos rígidos, no ponernos en abstractos” recomendó.
Agregó que, si la unidad es el sueño, al lado también está el quiebre, la división. “Seremos una diócesis y una iglesia que sueña y que labura para que sea la unidad y no el conflicto lo que nos defina”, advirtió. Y pidió hacerse cargo de que muchas veces el tiempo se gasta en infinidad de conflictos internos, de chiquitajes y, en lugar de pensar en el proyecto común de Jesús y el todo, está amenazado por los particularismos, lo nuestro y lo de nadie más.
“Nosotros tenemos que decirle al mundo, con el que convivimos y somos parte, que queremos hacer un aporte, renunciando, mirando el conjunto, ayudando a construir el todo”, reafirmó Álvarez. Y que ese todo tampoco se trague la parte, la anule, acabe con ella. Es muy lindo porque en el texto bíblico, termina con la parte de las tentaciones. Dios muestra la armonía con los ángeles que le sirven. Las mujeres y los ángeles son los que le sirven a Jesús desde el comienzo al final del evangelio. Y al lado, la tierra, la armonía con las bestias.
Mencionó, especialmente, la tierra o la Pachamama como un espacio vital que hay que cuidar y que es un compromiso como Iglesia.
El obispo patagónico comentó que, antes del llamado a los cuatro, el texto de Marcos junta palabras sobre la misión. Jesús que empieza a misionar: ir al desierto y encontrarse con Dios, no termina la misión. La misión tiene una proclamación. En el Nuevo Testamento, el kerygma. ¡Qué lindo una iglesia que vuelve al kerygma, que lo recupera!. Es capaz de vivir de ahí toda su pastoral. Asimismo, habla del kayrós, del tiempo del Reino. Es este tiempo, es ahora: invitados al desierto, un Dios que nos habla al corazón, superar esas cuatro tentaciones. Si esto sucede, aparece y emerge la Buena Noticia: el Evangelio.
Finalmente, el prelado comentó que Dios, que antes nos peleaba, rasga los cielos y nos envía a su Hijo, perdonándonos siempre, y que se queda en el pan. “La iglesia, antes, durante y después, siempre es Eucaristía. Porque acá está el Reino, porque acá está el desierto, porque acá está para Marcos el pan, la casa y la Palabra. Es por eso que hoy la hemos abierto para que todos vivamos acá la Buena Noticia”.