Poner en pie un espectáculo sobre Gonzalo de Berceo (siglo XIII), el primer escritor en lengua castellana, no fue producto de una noche de vigilia. Pepe Viyuela ya fabulaba desde crío con este clérigo, riojano como él, nacido en Berceo a finales del siglo XII y que hizo carrera en San Millán de la Cogolla. “Me perseguía la idea de montar un recital”, cuenta. Se topó con la arpista Sara Águeda y vio que ahí estaba el binomio perfecto, al que se añadió la dramaturgia del también riojano y amigo Bernardo Sánchez. De los 25 milagros que componen el libro, seleccionaron cuatro (‘Introducción a los Milagros’, ‘La boda de la Virgen’, ‘El monje borracho’ y ‘El milagro de Teófilo’ o de cómo él mismo vendió su alma al diablo y después fue convertido y salvo).
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La idea empezaba a cobrar forma. Pero, ¿a quién le podía interesar hoy, ocho siglos después de su muerte, una figura como la de Gonzalo de Berceo?, le preguntaban. Y esas mismas voces le respondían: “A un friki como tú”. Y el friki de Viyuela decidió seguir adelante, y se llevó una sorpresa mayúscula al comprobar que esos relatos cortos y directos, elaborados con un lenguaje sencillo, seguían vigentes. “Fueron escritos como elementos de propaganda en un momento en que el pueblo no sabía leer. Y presentaban a la Virgen como lo que es: una superheroína con capa invocada por todos aquellos que la necesitaban y que, en momentos concretos, la llamaban en busca de auxilio. Gonzalo de Berceo fue capaz de provocar el interés y la devoción”.
En la piel de un juglar
Dentro de ese compacto grupo textual se suceden las historias de esperanza y humor, acompañadas por piezas de arpa que hacen del espectáculo una ocasión para el disfrute. “Nos hemos metido en la piel de los juglares del Mester de Clerecía, del que Berceo fue uno de sus máximos exponentes. Y eso de poder escuchar la palabra junto a la música hace que el recital se convierta en una delicia”, añade. Viyuela ha salido a los caminos y ha llevado la palabra de Berceo a la tierra, y ha visto –como si de un Flautista de Hamelin se tratara– cómo le seguían los niños, cómo peregrinaba la gente deseando escuchar lo que aquel sacerdote había escrito: “Son historias cortitas que todos podemos entender. No hay que pagarle un billete caro a Gonzalo de Berceo porque viene solo. Es tan barato abrir un libro y soñar. No se necesita nada más”, cuenta este nuevo juglar.