Después de dimitir en 2021, la policía asumió el caso y se sobreseyó, aunque el Vaticano mantuvo la investigación y en septiembre entregó un informe a la Administración local
El obispo australiano Christopher Saunders ha sido detenido por la policía en la localidad de Broome, sede de la diócesis que pastoreó desde 1996, tras ser acusado de 19 delitos de abusos contra menores, siendo el más grave el de violación, al producirse casos de penetraciones sexuales sin consentimiento.
Aunque desde un año antes ya se había apartado de la gestión de la diócesis, fue en 2021 cuando, tras hacerse públicas las primeras acusaciones en su contra, se vio obligado a renunciar definitivamente como obispo de Broome.
Pese a que en un primer momento la Fiscalía de Australia Occidental cerró el caso, el Vaticano mantuvo su propia investigación. La misma trascendió en septiembre, cuando ‘AP News’ publicó que en Roma se estaban analizando con lupa “acusaciones muy graves y profundamente perturbadoras” contra Saunders, que, presumiblemente, había abusado durante años de al menos 67 jóvenes indígenas y cuatro menores de este mismo colectivo.
Y es que el prelado, mucho antes de llegar de ser la cabeza de la diócesis, siempre desarrolló su vocación en Broome acompañando a comunidades aborígenes, por las que siempre mostró un gran interés. De ahí el impacto tan fuerte que está teniendo este caso en la opinión pública, que deplora que su intención oculta podía ser el tener más fácil el abuso en contextos de mayor vulnerabilidad.
Timothy Costelloe, arzobispo de Perth y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Australianos, ha declarado que es “correcto” y “necesario” que “todas esas acusaciones sean investigadas a fondo”, pues son “muy serias y profundamente preocupantes”.
Ante la realidad de que el caso fue inicialmente sobreseído por el Estado y ha sido la investigación vaticana la que lo ha reabierto, Costelloe ha insistido en que “la Iglesia seguirá cooperando plenamente con la policía y tomará todas las medidas necesarias para evitar cualquier acción que pueda comprometer la integridad y autonomía de la investigación policial”.
De hecho, fue el propio Episcopado australiano el que, tras recibir un informe de la investigación vaticana, se lo remitió a su vez a la policía local. Además, tal y como confirmó en septiembre el arzobispo de Brisbane, Mark Coleridge, que supervisó toda la información, todas las pesquisas han sido enviadas de nuevo al Vaticano, donde el Dicasterio para la Doctrina de la Fe será el que continúe investigando a un nivel eclesial.
También, cinco meses atrás, Costelloe reiteró que “el obispo Saunders, que ha mantenido su inocencia, puede responder al reporte comunicándose directamente con la Santa Sede. A su debido tiempo, la Santa Sede tomará su decisión. Se espera que esto no se demore de forma indebida”.