Desde 2018, Clara Arza es la delegada de Anuncio y Catequesis de Bilbao, una de las diócesis pioneras en liderazgo laical y en desarrollar proyectos transversales de primer anuncio. Por ello, ha capitaneado una de las ponentes del encuentro celebrado en Madrid.
PREGUNTA.- ¿Hay que obsesionarse con las cifras de los que no están?
RESPUESTA.- Tenemos que tener los datos para saber la realidad a la que nos atenemos: si realmente somos muchos o pocos, hasta qué punto hemos envejecido o no… Pero, al final, no hacemos tornillos, acompañamos a personas. Decidir si una iniciativa es exitosa o no por cumplir un cupo o no de gente, no sería lo más adecuado.
P.- Euskadi es una de las regiones más secularizadas, ¿cómo contrarrestar esta tendencia?
R.- Nos la jugamos, sobre todo, en ser significativos. Eso pasa por descubrir en qué lugares y realidades tiene que estar la Iglesia hoy, hay que concentrarse en ver en qué contextos la voz y la acción de la Iglesia tiene que ser prioritaria, no porque sean espacios importantes, sino porque sean relevantes para transformar la vida de nuestros vecinos, desde el compromiso social. Tenemos que volver a los tiempos de las primeras comunidades cristianas, para que, como sucede en Hechos de los Apóstoles, nos reconozcan y aprecien por cómo vivimos.
Es lo que sucede con uno de los proyectos pastorales con más fuerza en Bilbao. Sus frutos radican en la enorme vinculación que hay entre la Iglesia y el tejido asociativo del barrio, que hace que se nos reconozca como aquellos que se están dejando la piel por la gente, y eso interpela y mueve tanto a jóvenes como adultos.
P.- La ponencia final del Encuentro reclama “cambiar la inercia” de “administrar sacramentos” como “rutina pastoral”. ¿Comparte esta demanda?
R.- Quizá tenemos que revisar lo que hacemos, pero no tiraría por tierra la pastoral de los sacramentos. Lo sacramental es una vía por la que muchas personas todavía se acercan a la Iglesia y a Jesús. Otra cosa es la respuesta que nosotros les damos. Creo que nos toca hacer una autocrítica: ¿Cómo les recibimos? ¿Hemos dedicado tiempo a un diálogo y un encuentro sincero? ¿Hemos sido acogedores? Tenemos que replantearnos muy seriamente cómo lo estamos haciendo, que no es lo mismo que dejarlo de hacer.
P.- ¿Una Operación Reencuentro con el alejado?
R.- Yo la llamaría ‘Operación Acogida’. Acoger es una actitud esencial del cristiano, que solo es posible desde la presencia, que también nos falta.
P.- No hay fórmulas mágicas, pero seguro que hay alguna pista que ya aplican en Bilbao para encauzar el primera anuncio…
R.- Abrir las puertas, incluso en el sentido literal. En la unidad pastoral de Vizcaya donde yo vivo, descubrimos que el mayor muro era precisamente la puerta de metal de la parroquia que, era tan pesada que, por inercia, siempre se acababa cerrando aunque tú intentaras dejarla abierta una y otra vez. Bastó un imán para mostrarle al barrio que teníamos las puertas abiertas. Este detalle refleja cómo a veces la innovación pasa por lo sencillo y por abrir las puertas invisibles de nuestras comunidades para hacer visible que estamos en clave de salida.
P.- El cardenal Cobo alertó en su homilía de lo “métodos, grupos y experiencias” que dan “excesiva prioridad emocional”. ¿Es una preocupación compartida?
R.- Todos y cada uno de nosotros hemos vivido momentos en nuestra vida de fe ligados a instantes emocionalmente significativos en una pascua, en un campamento… Lo emocional puede ayudar en un momento puntual, pero lo que no se puede obviar que lo importante son los procesos.
P.- Bilbao lleva varias décadas de corresponsabilidad real entre sacerdotes, religiosos y laicos. La sinodalidad de Francisco no les ha cogido con el pie cambiado…
R.- En estos días duros en los que estamos despidiendo a Juan Mari Uriarte, hemos recordado cómo él junto a Luis María de Larrea, hicieron una apuesta muy grande por la participación. Eso se traduce hoy en 42 laicos liberados en tareas pastorales. La corresponsabilidad no es para nosotros una palabra nueva y por ello el Sínodo de la Sinodalidad nos está permitiendo analizar, revisar, mejorar y revitalizar.
P.- Habla de laicos liberados y hay quien lo interpretará como funcionarios eclesiales…
R.- Yo lo vivo como una vocación explícita, como respuesta a una llamada personal. De hecho, la diócesis de Bilbao cuenta con un proceso vocacional de formación y de oración, que integra un discernimiento personal y comunitario.