Ernesto Brotóns reconoce en una carta “el escándalo” del sacerdote acusado de tráfico de drogas, reitera su cese temporal, pero subraya que “no podemos dejarle de lado”
El obispo de Plasencia, Ernesto Brotóns, da un paso al frente: “La detención de nuestro hermano sacerdote Alfonso y todas las circunstancias que rodean el caso son, ciertamente, dolorosas”. Apenas tres días después de que trascendiera la detención de un párroco de Don Benito acusado de tráfico de drogas y después de varios comunicados diocesanos lamentando lo sucedido y reitera la colaboración de la Iglesia con las autoridades, Brotons publica hoy una carta a todos los católicos de la región en la que admite los “momentos duros” que se están viviendo a raíz de la llamada ‘Operación Botafumeiro’ de la Guardia Civil.
Lejos de echar balones fuera, Brotons expresa que “me duele y duele el sufrimiento y escándalo que los hechos descritos suponen”. Además, el pastor comparte cómo “duele el sufrimiento y las lágrimas de nuestro hermano y de su familia”, así como “el dolor y consternación de su comunidad parroquial y, con ella, de toda nuestra Iglesia diocesana”. En la misiva, también admite que “lo sucedido, estoy convencido, no es fruto de la maldad, sino consecuencia, entre otros factores, de nuestra humana fragilidad”.
Aun reconociendo la gravedad de los sucedido, el obispo lanza una petición: “Ruego que no ejerzamos de jueces, sino de médicos dispuestos a sanar y a cuidar”. “Es momento de orar unos por otros -continúa el pastor-, de orar por nuestro hermano, al que no podemos dejar de lado (¡es nuestro hermano!), y de fortalecer nuestra fraternidad eclesial”. Es más, incluso subraya que “no olvidemos que lo que nos define definitivamente no son nuestros hechos, sino la mirada misericordiosa de Dios que perdona, restaura, levanta y sana”.
En este sentido, Brotons recuerda en su carta que al párroco de la iglesia de San Sebastián de Don Benito se ha retirado de sus labores pastorales mientras duren “las acciones procesales”, a la vez que pondrá la parroquia en manos de otro sacerdote “ante una comunidad, que va a necesitar especial atención”.
En su carta, el obispo redobla su “aprecio y confianza” tanto en los sacerdotes como en los religiosos, así como en los feligreses, con quienes comparte “una palabra de aliento, consuelo y esperanza” y llama a “cuidar unos de otros, orar unos por otros”.