“No atender a las víctimas de abusos nos convierte en cómplices”. Así de contundente se expresó la responsable de investigación del Centro de Humanización de la Salud San Camilo, Rosa Ruiz, durante su participación en un coloquio en las II Jornadas de Pastoral de la Salud del centro, con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebró ayer bajo el lema ‘Vete y no hagas tú lo mismo’.
La teóloga recordó también que “el buen samaritano tiene compasión y no mira para otro lado, se queda y acompaña, porque quien cuida no abusa”. Durante su intervención insistió en que el 86% de las personas abusadas son mujeres y en que el 95% de los abusadores son hombres.
Acompañaban a Ruiz en el coloquio para abordar el papel de la ciudadanía ante el sufrimiento y la soledad que provocan las situaciones de abuso la teóloga Cristina Inogés y el responsable del Proyecto Repara –el programa integral para las víctimas del Arzobispado de Madrid–, Miguel García-Baró. “Para tratar a un ser humano habría que conocer infinitas cosas sobre él y si conoces a fondo a seis personas, ya has dado la vuelta al mundo”, afirmó García-Baró apelando a la escucha y aceptación incondicional para cuidar.
Por su parte, Inogés dejó claro que en la actualidad no estamos aún en vías de solucionar sino de asumir, reconocer y visibilizar los abusos, porque “la Iglesia ha amparado los abusos y, lo peor, no ha creído a las víctimas”. Además, “no podemos dejar a los victimarios abandonados a su suerte”, apostilló. Por otro lado, como madre sinodal, reconoció que no dar cabida al tema de los abusos en el Sínodo es una oportunidad perdida y “un gran error que pagaremos”.
A las jornadas se sumó, aunque de forma virtual, el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, quien, a través de un vídeomensaje, agradeció la labor de los camilos: “Es fundamental que expresemos nuestra solidaridad con tantos que han sido abusados en absoluta indefensión y agredidos para toda la vida. La sociedad debe ser consciente, y que los religiosos camilos hayan tenido esta sensibilidad y esta conciencia de enfrentar los abusos merece un reconocimiento extraordinario. Gracias por cuidarnos”.
Centradas estas II Jornadas en los abusos de poder, sobre todo intraeclesiales, reunió a un centenar de personas presencialmente. En la apertura, el director del Centro, José Carlos Bermejo, destacó el largo compromiso camiliano en la investigación de abusos y su acompañamiento a través de la escucha. Asimismo, invitó al análisis personal, “porque podemos ser tanto víctimas como abusadores”.
En la mesa inaugural también participó Silvia Rozas, FI, secretaria general adjunta de la CONFER, que hizo un llamamiento a ser “artesanos del cuidado, que es la misión de la vida religiosa, un compromiso que no tiene vuelta atrás para sanar y sanarnos con justicia y misericordia”.
Por su parte, José Luis Méndez, director del Departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Española, hizo un llamamiento a la ternura, “porque impide el abuso de poder”.
Por otro lado, el camilo Arnaldo Pangrazzi moderó una mesa de experiencias que contó con la intervención de Juan Carlos Estévez, teólogo del Proyecto Repara. “Quien ha hecho daño a la Iglesia es el abusador, no la víctima. Por lo que no se pueden equiparar sus sufrimientos, no son comparables”, señaló.
Después fue el turno para Valeska Ferrer, doctora en Derecho Canónico y coordinadora del Proyecto Jordán, quien explicó las carencias del derecho canónico frente al penal, “porque no puede meter a nadie en la cárcel”. La letrada del Tribunal Eclesiástico de Madrid que investiga las causas estructurales de los abusos de poder y conciencia destacó la “necesidad de intervenir de forma integral a la víctimas en todas sus dimensiones”.
Por su parte, la psicóloga penitenciaria Guadalupe Rivera se mostró partidaria de una intervención profesional de quien abusa, al que calificó de agresor físico y de corazón. Al tiempo, solicitó que la justicia sea restaurativa. “La reparación debería ir más allá de una sentencia”, añadió.
Las jornadas concluyeron con un momento de recogimiento en la capilla del Centro para pedir verdad, justicia, reparación y no repetición de los abusos.