“Renovad vuestra convicción de ser escuela católica con los niños, porque solo con los niños nos podremos renovar”. Con estas palabras, el superior general de las Escuelas Pías, Pedro Aguado, cerró su intervención en el Congreso ‘La Iglesia en la Educación’ que se celebra hoy en Madrid.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- PODCAST: Más procesos para el primer anuncio
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Desde el auditorio de la Fundación Pablo VI, en el que se reunieron las escuelas católicas en la sesión de la mañana, el también presidente de la Comisión de Educación de la Unión de Superiores Generales, sentó las bases de los desafíos de la sociedad de hoy. Así, defendió cómo urge trabajar “la sostenibilidad integral de la escuela”. “No se sostiene una escuela católica solo porque tenga recursos materiales sino porque tenga una clara identidad, equipo, liderazgo, proyecto y convencimiento de que vivirá en red”, aseveró el religioso escolapio.
Desde la pluralidad
“Debajo del epígrafe de escuela católica hay una gran pluralidad: no es lo mismo una escuela católica en Madrid que en Senegal o en los Andes, pero todos respondemos a retos comunes”, planteó el sacerdote escolapio que hizo hincapié en la necesidad de que los colegios cristianos se guíen por la primacía de Marcos 9,37: “El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”. “Hay persona que se dedican a la educación que todavía no lo tienen claro”, dejó caer Aguado, que corroboró cómo “si no tenemos en cuenta esto, no seremos escuela católica: en ese niño que está en mi escuela o en mi grupo de pastoral, está Cristo”.
A partir de ahí, el superior general de los escolapios hizo un llamamiento a “situar la escuela católica en el contexto que estamos viviendo tanto en lo social como en lo eclesial”. Para Aguado, esto se traduce en “estar atentos a los verbos que resumen lo que la escuela percibe a nivel mundial como retos: cuidar y servir”.
En salida
Con estas premisas, planteó la urgencia de sumarse a los postulados del Papa Francisco, como el Pacto Educativo Global, la ecología integral o la conciencia de Iglesia en salida. Así reivindicó una “identidad misionera”: “Si mi identidad no la enriquecen los retos actuales como la migración, la equidad, la inclusión y la diversidad, el nihilismo, los abusos, la interculturalidad… Mi identidad la tendrá clara, pero estará congelada”.
En este punto, Aguado se remitió a la declaración conciliar Gravissimus educationis para subrayar que la misión de la escuela en salida hoy pasa por “en atender a las necesidades de los pobres, a los que se ven privados de la ayuda y del afecto de la familia o que no participan del don de la fe”. Por ello, sentenció que una escuela católica que es “capaz de salir de sí misma, de sus propios esquemas, podrá quebrar cualquier tentación de segregación”.
Escuelas transformadas
En el ámbito de la innovación educativa, el superior general apreció la necesidad de hacer “tocogogía profunda”, esto es, una innovación “genuinamente nuestra una innovación para la inclusión”, “educar para la transformación social”. “La identidad de nuestra escuela tiene que llevarnos a transformar nuestra escuela”, remarcó en otro momento de su intervención, desde el convencimiento de que “los educadores son los que cambian la educación, pero a la vez, el único modo de cambiar a los educadores es cambiar a los niños”.
Para lograrlo, introdujo tres verbos como eje: innovar, integrar y evangelizar. Para el sacerdote y docente, urge “innovar para la integración, para crear escuelas que generen una sociedad diferente”, a la vez que se ha de enfatizar cómo “la escuela católica nace para anunciar el Evangelio de Jesucristo”.
Sabor a Evangelio
“A todos esos muchachos y todas esas familias tenemos algo que decirle con sabor a Evangelio”, apuntó, teniendo en cuenta la diversidad del alumnado actual: “A los que son muy contrarios, hay que hacerles sentirse queridos, a los que son de otras religiones, tienen que aprender que junto otro niño católico pueden construir un mundo distinto”.
No se olvidó Pedro Aguado de aplaudir los tesoros de escuela católica hoy como la capacidad de convocar haciendo de los colegios un hogar, la riqueza de la pastoral, la opción los pobres…Y animó al auditorio que le escuchaba a fortalecer estos dones al estilo de san José de Calasanz: “con el esmero debido”. “Nos siguen llamando y hemos de seguir respondiendo aunque no nos llamen”, remató.