Vaticano

El Papa se recupera de la gripe y reaparece en un ángelus en el que no olvida a nadie: Mongolia, Nigeria, Palestina… y el aniversario de Ucrania

La Santa Sede anunciaba ayer que anulaba “por precaución” las audiencias de Francisco debido a un “leve estado gripal”





Una semana ha pasado desde el último acto público del papa Francisco. Desde el día 18 de febrero, que entró en los Ejercicios Espirituales de Cuaresma con la Curia Romana, no se le había visto –aunque sí había ‘roto’ ese silencio para mostrar su cercanía a los afectados por el incendio en Valencia–. Y es que, si bien debería haber retomado su agenda ayer, sábado, con una audiencia a los Diáconos de Roma, la Santa Sede anunciaba que esta quedaba anulada por “precaución” ante el “leve estado gripal” que sufría el Pontífice. Sin embargo, este domingo Francisco ha vuelto a asomarse al balcón del Palacio Apostólico, con buen aspecto y sin mayores dificultades, para rezar un ángelus en el que se ha detenido a expresar su preocupación no solo por los conflictos que atraviesa el mundo, sino, también, por las consecuencias del cambio climático.



“Ayer, 24 de febrero, recordamos con dolor el segundo aniversario de la guerra en Ucrania y la gran devastación que ha provocado”, ha dicho el Papa. “¡Cuántos heridos, destrucción y angustia en un periodo que está convirtiéndose en muy largo y en el que no se ve aún signos de paz! En una guerra, que no solo está devastando esa región de Europa, sino que está desencadenando una gran ola de odio y miedo”. Ante ello, Francisco ha renovado su llamamiento “por el martirizado pueblo de Ucrania, expreso para todos, en particular para las numerosas víctimas inocentes, suplico que haya una pizca de humanidad que permita encontrar las bases de una solución y una paz duradera para la región”.

Asimismo, ha animado a que “no nos olvidemos de rezar por Palestina, por Israel y por tantos pueblos castigados por la guerra”. Y ha subrayado que no solo hay que rezar: hay que “ayudar a quienes sufren de forma concreta”. “Pensemos en tantos niños heridos, tantos inocentes”, ha lamentado Francisco, quien, además, ha reconocido que sigue “con preocupación” el aumento de la violencia en África. Concretamente, en la parte oriental de la República Democrática del Congo. “Me uno al llamamiento de los obispos pidiendo por la paz, el cese de los conflictos y el diálogo sincero”, ha dicho, subrayando que también le preocupan “muchísimo” los secuestros que ocurren en Nigeria. “Expreso al pueblo nigeriano mi compromiso y mi oración”.

Pero no solo las guerras son las causantes del sufrimiento, y Francisco lo ha subrayado expresando también su cercanía “al pueblo de Mongolia, afectado por el intenso frío que está provocando graves consecuencias humanitarias”. “Este fenómeno es un signo del cambio climático y sus efectos”, ha aseverado el Papa. “La crisis climática es un problema social que afecta profundamente sobre la vida de muchos hermanos, sobre todo de los más vulnerables”, ha añadido, animando a rezar “para tomar decisiones sabias que contribuyan al cuidado de la creación”.

“Abrirse a la luz de Jesús”

Antes del rezo del ángelus, Francisco ha reflexionado acerca del evangelio de este segundo domingo de Cuaresma, en el que se presenta el episodio de la Transfiguración de Jesús. “Después de anunciar su Pasión a los discípulos, Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, sube a una alta montaña y allí se manifiesta físicamente con toda su luz”, ha explicado el Papa. “Esto es lo que los cristianos estamos llamados a hacer en el camino de la vida”, ha dicho, “tener siempre ante nuestros ojos el rostro luminoso de Cristo”.

Así, ha animado a “abrirse a la luz de Jesús”, ya que “Él es amor y vida sin fin”. “Aquí hay una buena resolución para la Cuaresma: cultivar visiones abiertas, convertirnos en “buscadores de luz”, buscadores de la luz de Jesús en la oración y en las personas”, ha añadido.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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