Este domingo 25 de febrero, una treintena de católicos que asistían a una celebración de la Palabra (carecen de sacerdote por las altas condiciones de inseguridad) en una pequeña capilla en la localidad de Essakane, en Burkina Faso, han sufrido el impacto de un terrible atentado terrorista que ha ocasionado 15 muertos y dos heridos.
Como es costumbre en la región, a un lado se sentaban las mujeres y, al otro, los hombres. Cuando el catequista responsable de la celebración terminaba su explicación del Evangelio, irrumpieron dos motos, cada una con dos hombres armados, que, tras bajar de los ciclos, comenzaron a disparar sobre la fila de los hombres, siendo varones todos los fallecidos.
En un comunicado, Laurent Bifuré Dabire, obispo de Dori, la diócesis golpeada por un ataque que se presupone de carácter yihadista, ha llamado a la oración: “En estas dolorosas circunstancias, invitamos a rezar por el eterno descanso de los que han muerto en la fe, por la curación de los heridos y por el consuelo de los corazones afligidos”.
Finalmente, el prelado también ha pedido orar “por la conversión de quienes siguen sembrando muerte y desolación en nuestro país. Que nuestros esfuerzos de penitencia y oración durante este período de Cuaresma traigan paz y seguridad a nuestro país”.
Además del reto de hacer frente a las milicias terroristas, la situación es compleja en Burkina Faso desde que hace dos años, el 24 de enero de 2022, un golpe militar, encabezado por el autodenominado Movimiento Patriótico de Salvaguardia y Restauración, se hiciera con el poder y destituyera al jefe de Estado, Roch Marc Christian Kaboré. Precisamente, uno de los principales argumentos que llevaron a un sector del ejército a instaurar este “Gobierno de transición” (lo sigue siendo aún hoy) era su denuncia de la “inseguridad”, lamentando que en el país hay repartidos más de un millón y medio de desplazados internos, víctimas en su gran mayoría de la violencia ocasionada por grupos incontrolados.
A su vez, el propio Kaboré, cuando llegó al poder en 2015, lo hizo con la promesa principal de “pacificar” la nación y derrotar a los distintos colectivos terroristas que aterrorizan a la población. Pero, como se ha podido comprobar con el último ataque contra una iglesia católica, los atentados yihadistas siguen haciendo mucha mella en una ciudadanía ya agotada y desesperanzada.
Elevando la mirada al conjunto de la región del Sahel, nos encontramos con que, en los últimos años, Chad, Malí y Níger también han visto cómo sus ejecutivos han sido desplazados tras una serie de golpes militares. Una oleada que fuentes internas consultadas por Vida Nueva achacan a la creciente influencia de la Rusia de Vladímir Putin, que pretende eliminar todo resto del colonialismo francés para implantar su propio sistema de vasallaje.
La última consecuencia de este proceso se pudo ver hace dos semanas, cuando los regímenes militares de Níger, Malí y la propia Burkina Faso anunciaron su salida de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental), que alinea a las naciones que, en la región, se adscriben al bloque más cercano a la Unión Europea y la ONU, así como a su modelo liberal y democrático. Esto, unido a la expulsión de las tropas francesas que había en dichos países, evidencia que la influencia de Putin es cada vez más palpable.
¿Otro factor a tener en cuenta? Essakane, la localidad que acaba de sufrir el último zarpazo de la violencia desatada, cuenta con una importante mina de oro.